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General: LA VERDAD PERDIDA
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: FlorM  (Mensaje original) Enviado: 05/10/2012 11:37

LA VERDAD PERDIDA

(Recapitulación de una Retrospección-Meditación)

Estando en Tu Morada

he visto todo el hilo de mi vida.

Y, la faz sonrojada,

de vergüenza encendida,

he reencontrado la verdad perdida;

Y ahora lo tengo claro

en dónde Te encontrabas escondido

y dónde, con descaro,

el sentido perdido,

pasé de largo y no me vi aludido:

Que estabas en el niño

pobre y abandonado, enfermo y triste

que buscaba cariño,

que a mí me lo trajiste

y que frente a mis ojos lo pusiste;

Y en mi mismo vecino

que en su ciclo vital se había extraviado

y que, hacia mí se vino

a pedir mi cuidado

y yo se lo negué, ciego y errado;

Y Tú eras el mendigo

que me tendió la mano suplicante

y al que, a gusto conmigo,

no dediqué un instante

y dejé atrás y lo olvidé, triunfante;

Y estabas en el pobre

del Tercer Mundo que, aparentemente,

calmaba con un sobre

con moneda corriente

que me sobraba, muy ufanamente;

Y en aquel drogadicto

que, perdidos el norte y la esperanza,

desprecié, muy estricto,

sin ver que, en la balanza,

también hay culpa que a mí se me alcanza;

Y en todos los hambrientos

y en los sin patria y en los prisioneros

que, a millares de cientos,

durante años enteros,

he aplazado su ayuda a otros momentos;

Y en todos los parados

que no pueden ganar para sus hijos

y que, desesperados,

viven entre acertijos

sobre un hoy y un mañana nada fijos;

Y en todos los que lloran

la pérdida cruel de un ser querido,

o la salud imploran

de un enfermo o tullido

agradeciendo así el haber nacido;

Y en mis padres ancianos

que tras de darme toda su existencia,

los quité de mis manos

y, con mala conciencia,

quizá no les presté toda asistencia;

Y en mis hijos queridos

que, naciendo de mí y de mí esperando

los cuidados debidos,

en mí sólo pensando,

los olvidé, mi tiempo malgastando;

Y en mi cálida esposa,

todo cariño y todo sacrificio,

que no tuvo otra cosa

que, sin un desperdicio,

cumplir de esposa y madre el santo oficio;

Y estabas en las víctimas

de las guerras, todas ellas crueles,

y en las penas más íntimas

que, en busca de laureles,

provocan ambiciosos coroneles,

O políticos necios

que, creyendo poder contra Tus leyes,

y sintiéndose recios,

¡ridículos popeyes!

quieren ser dictadores y hasta reyes;

Y también Te encontrabas

en los que causan esos estropicios,

y a todos los amabas

y ya, desde el inicio,

les disculpabas con Tu amor sus vicios;

¡Cuánta ocasión perdida,

de hacer el bien, siguiendo Tu modelo!

Y, ¡cuán poco escondida

se encuentra, tras el velo,

la senda que conduce derecha al cielo!

Pero, ¿es que mis pecados

y mi vivir de acuerdo con el mundo,

me serán perdonados

si, en mi sentir profundo,

no sé que toda vida es un segundo

y que no debo ver

pecados más enormes que los míos

puesto que, todo ser

es culpable, y sus bríos

desembocan al mar, como los ríos;

y no he de presumir

de ser mejor que otros, pues no es cierto

ya que, a verdad decir,

no soy el más despierto

y, en lo más importante, estoy aún muerto?

Y porque, ¿en qué desgracia

o dolor o problema de este suelo,

con o sin contumacia,

no tengo algún señuelo

que me hace responsable de ese duelo?

Que en todos Te encontrabas

agazapado, igual que en mí Te encuentras

y, desde allí, clamabas

y yo, egoísta, mientras,

no vi que todo Tú en Amor Te centras;

Que, una vez descubierto

y, vistos Tu bondad y Tu cariño,

se me ha hecho todo cierto

y vuelvo a ser el niño

que quiso detentar alma de armiño.

Y mi única ilusión,

mi más profundo y permanente anhelo,

de todo corazón,

es, aquí en este suelo,

ayudar a cruzar el tenue velo.

Francisco-Manuel Nácher López

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