Nunca han faltado las figuras públicas -Sócrates, Gandhi, Mandela- que caminan a contracorriente de la opinión social dominante. La congruencia con que viven estas personas suscita admiración por parte de un sector de la sociedad y rechazo por otro.
La perseverancia y la resistencia en las propias creencias y convicciones resulta algo exigente y difícil de alcanzar en una sociedad y una cultura light como la nuestra. El relativismo y la permisividad se imponen por doquier y el cristiano mismo se ve envuelto en ese ambiente marcado por la satisfacción abusiva de todo tipo de deseos egoístas.
La búsqueda de congruencia podrá alcanzarse con gran sacrificio, y resultará aún más viable en la medida que el cristiano participe un una comunidad de vida que celebre, reflexione y viva decididamente su fe cristiana.