Cuando Sócrates estaba en la cárcel, le pidió a un prisionero que cantaba que le enseñara una canción.
– “¿Para qué?” –le preguntó el otro.
–
“Para que pueda morir sabiendo una cosa más” –respondió el filósofo.
Amigos, cuántos de nosotros tenemos vida, trabajo, familia y tantas cosas por las cuales luchar, mas sin embargo hemos perdido ya el deseo de vivir, aprender o soñar.
Siempre le he pedido a Dios que me ayude a que la apatía no se adueñe de mí con el paso de los días y que siempre tenga esperanza, amor, cariño y aspiraciones para seguir adelante.
Hermano, hermana: Si hoy crees que no tienes por qué vivir, recuerda que no estás en la cárcel y puedes aprender mucho más que una canción y cambiar la vida de muchas otras personas.