En muchos de mis correos electrónicos, libros y charlas en vivo, empiezo explicando
la idea de la Luz y la vasija, del reino del 1% y del 99%. Sin embargo, aquí estamos,
muchos libros y correos más tarde, todavía explicándola
con detalles como si fuera la primera vez.
¿Por qué?
Porque la Luz es un concepto complejo. Podemos comenzar a entender las
ideas de la Luz y la oscuridad, pero saber lo que significa experimentar la
Luz a nivel energético puede llevarnos vidas.
Los kabbalistas explican que no entendemos verdaderamente el concepto del
Creador, porque tan sólo intelectualizar toda esta noción está más allá de nuestra
capacidad. En su lugar, nos brindan la metáfora de la Luz para hacer la conexión.
Imagina que estás de pie en la planta baja del edificio Empire State de Nueva York
pero que toda su estructura está hecha de cera. Es una vela gigante que tiene
cientos de pisos de altura. Desde donde tú estás, al nivel de la calle, ¿puedes ver
la mecha encendida de la vela, que está cientos de pisos más arriba? No, es imposible.
Lo que vemos es la luz que emana de esta enorme vela,
la luz que proviene de la mecha ardiente.
Cuando hablamos de la Luz, realmente nos referimos a la Luz que emana de Dios.
Y desde nuestro lugar en este universo, no podemos tocar a Dios; no podemos ver
a Dios; no podemos conceptualizar a Dios. Pero podemos
entender o sentir la Luz que proviene de él.
Los kabbalistas entienden esto, y por eso nos ofrecen la idea de la Luz, o aquello
que emana del Creador y nos llena. Sentimos la Luz cuando estamos inspirados o
entusiasmados, cuando sentimos amor, alegría y felicidad, y cuando creamos.
Todas estas son experiencias con las que todos nos podemos identificar.
Esta semana, haz un esfuerzo para ver la Luz que hay en
tu vida, aunque no puedas realmente verla.