Todo lo que nos ocurre es resultado de decisiones que hemos tomado en nuestro pasado.
Toda decisión que tomamos es una semilla que plantamos. Si la semilla es plantada con buenas intenciones
y con la conciencia correcta, puede que produzcamos un milagro en el futuro. Si plantamos la semilla con
negatividad, en lugar de un milagro, puede que obtengamos muy malas noticias.
Al final, cada acción e intención afectará nuestro futuro de una u otra forma.
Si nos despertamos deprimidos, es el resultado de una semilla que plantamos. Quizás el año pasado en ese
día en particular le hicimos algo a alguien para que se sintiera de la misma forma. La energía que creamos
permanece latente hasta que regresa a nosotros. Puede que venga de una vida pasada. Por esta razón es esencial recordar: Todo, absolutamente todo, cuenta.