Jesús le preguntó a sus apostóles ¿qué vamos a hacer con la multitud? Hace ya tres días que están con nosotros, y muchos de ellos tienen hambre.
Libro de Urantia. Pág.1701
Jesús como Hijo de Dios había alimentado espiritualmente a la multitud, pero como hombre sabía de sus necesidades materiales y dijo: "¿Qué vamos a hacer con la multitud? Hace ya tres días que están con nosotros, y muchos de ellos tienen hambre. No tienen comida. Antes de que los apóstoles tuvieran la posibilidad de expresarse, Jesús se volvió hacia Andrés y Felipe, diciendo: "No quiero despedir a esta gente. Están aquí como ovejas sin pastor. Me gustaría alimentarlos. ¿De cuánta comida disponemos? Mientras Felipe conversaba con Mateo y Judas, Andrés buscó al joven Marcos para averiguar cuántas provisiones quedaban. Volvió hacia Jesús, diciendo: "Al muchacho sólo le quedan cinco panes de cebada y dos pescados secos. Jesús permaneció en silencio durante un momento. Había en sus ojos una mirada lejana. Los apóstoles no decían nada. Jesús se volvió repentinamente hacia Andrés y dijo: "Tráeme los panes y los peces." Cuando Andrés le trajo la canasta, el Maestro dijo: "Ordenad a la gente que se siente en la hierba en grupos de cien, y que designen a un jefe para cada grupo, mientras traéis a todos los evangelistas aquí con nosotros. 1701
El Hijo de Dios, pudo haber alimentado a la multitud haciendo brotar de la nada la comida, sin embargo pidió la colaboración humana, buscó la materia, para enseñarnos que ella es la base para nuestras transmutaciones espirituales, “de lo humano a lo divino por el poder y la fuerza de nuestras propias decisiones.1282
Debemos aprender de Jesús y no despreciar la materia, por el contrario usemosla en nuestro beneficio espiritual porque “ella está sujeta a la gravedad lineal, excepto cuando es modificada por el movimiento y condicionada por la mente.140 Puede parecer una paradoja, pero es a través de la energía materia, que crece nuestro espíritu y también el de nuestro Espíritu residente, enriqueciendo a su vez al Supremo, porque "Jesús reveló el amor divino del Padre Creador para sus hijos terrestres. Y habiendo descubierto y recibido este afecto divino, el hombre puede aspirar a revelar este amor a sus hermanos en la carne. Este afecto de la criatura es un reflejo auténtico del amor del Supremo.1279
Es muy cierto que “la humanidad, no asciende sin esfuerzos en el universo, pero tampoco evoluciona el Supremo sin acción inteligente y propósito. Las criaturas no alcanzan la perfección por simple pasividad, ni tampoco puede el espíritu del Supremo alcanzar el poder del Todopoderoso, sin el ministerio y servicio incesante de la creación divina. 1284 porque Dios se puede realizar, sólo en los dominios de la experiencia humana. 24
De quien poco o nada se habla, es del muchacho que tenía los cinco panes y los dos pescados, su generosidad, su olvido de sí mismo en bien de los demás, fue el gesto que facilitó el milagro de Jesús, es el símbolo que nos debería representar, porque aunque nos parezca mentira, Dios necesita de nuestro consentimiento para multiplicar sus dones en cada uno de nosotros, porque “el ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él, es facultativo, personal y experiencial 1232 y “de este modo, el espíritu de la divinidad, se vuelve humildemente obediente a la elección de las criaturas de los reinos.150 porque “ni siquiera Dios puede imponer la salvación a quien no lo desee. 1638
“Jesús cogió los panes en sus manos y, después de dar las gracias, partió el pan y lo dió a sus apóstoles, que lo pasaron a sus compañeros, quienes a su vez lo llevaron a la multitud. Jesús partió y distribuyó los peces de la misma manera. Y aquella multitud comió hasta saciarse. Cuando hubieron terminado de comer, Jesús dijo a los discípulos: "Recoged los trozos que quedan para que no se pierda nada. Cuando terminaron de recoger los pedazos, tenían doce canastas llenas. Unos cinco mil hombres, mujeres y niños habían comido en este banquete extraordinario.”1705
Otra nueva enseñanza, no basta recibir hay que saber cuidar lo que se nos entrega para que nada se pierda. Me hace recordar la parábola de los talentos cuando el señor reprende al siervo no por haber perdido el talento recibido, sino porque no lo había hecho fructificar, ni tampoco lo había compartido.
No necesitamos pensar demasiado para darnos cuenta de lo mucho que hemos recibido ¿qué estamos haciendo con ello? ¿Somos capaces de imitar al muchacho del relato y entregarle a Jesús nuestros dones para que él los distribuya como mejor le parezca? o ¿nos apegamos a lo recibido sin pensar ni en Dios ni en nuestro prójimo? ¿De qué forma ayudamos a saciar el hambre espiritual que tienen nuestros hermanos, quienes muchas veces ni siquiera están conscientes, que el vacío y el cansancio que sienten es hambre de infinito? ¿Qué estamos haciendo en forma concreta para hacer este mundo mejor? ¿Estamos siendo instrumentos dóciles y útiles en las manos divinas?????
yolanda silva solano