a una de las reuniones más importantes de su vida , y no podía encontrar un lugar para
estacionar el auto. Alzó sus manos y suplicó: "¡Dios, si me das un lugar, daré la mitad
de lo que gane con este trato a la caridad!
Antes de que las palabras terminaran de salir de su boca, ¡alguien salió de un espacio justo
frente a él! Miró nuevamente al cielo y dijo: "¡Oh, Señor, olvídalo, justo acabo de encontrar
un lugar!" Esta siempre ha sido una importante lección para nosotros, pero
especialmente durante este mes de milagros.
Cuando tenemos lo que queremos o necesitamos, pensamos: "¡tengo esto!" y que
no necesitamos al Creador en nuestras vidas. Cuando tenemos una carencia o
sentimos dolor, repentinamente necesitamos ayuda y oramos más de lo usual.
En el Centro de Kabbalah observamos que esto ocurre muchas veces. Las personas
vienen y van, sólo para regresar de nuevo. Vienen a este camino espiritual porque están
buscando algo y cuando encuentran lo que buscan, dejan de venir a clases, dejan de
hacer voluntariado, o de participar en los eventos. Cuando tienen la necesidad
nuevamente, regresan por más.
Es la naturaleza humana de todos nosotros hacer esto. Tal vez no vayamos tan lejos
como para dejar nuestro camino espiritual por completo, pero cuando experimentamos
carencia o dolor en nuestras vidas, tenemos la tendencia a pasar mucho más tiempo
meditando, orando o utilizando las herramientas espirituales que la Kabbalah ofrece.
Si es necesario experimentar una gran carencia para que utilicemos nuestro tiempo
en nuestra relación con el Creador, ¿qué crees que el Universo continuará dándonos?
El secreto está en que es justo en los momentos en que nos sentimos plenos
y estamos en un espacio de abundancia que necesitamos empujarnos
para conectar mucho más con la Luz.
Usualmente, si recibimos una promoción en el trabajo queremos salir y celebrar, o si
realizamos un trato de negocios con mucho dinero, inmediatamente comenzamos a
planear unas vacaciones. Celebrar nuestras victorias y enorgullecernos por nuestros
logros es importante, pero nunca podemos olvidar de dónde provienen esas bendiciones.
Lo mejor que podemos hacer cuando la Luz nos da un obsequio es continuar.
Porque lo que sea que se nos haya otorgado es sólo una muestra de todo lo que
está disponible. Si estamos en un momento en el que la Luz nos está dando,
deberíamos tomar ventajas de ello al empujarnos a expandir nuestra capacidad de
dar más, de hacer más y de ser más, para así recibir todo lo que la Luz nos quiere dar.
Como mi padre, el Rav, dice a menudo: "Si no nos ganamos nuestras
bendiciones, nunca serán verdaderamente nuestras".