Sin excusas
Uno de los grandes regalos de poder viajar alrededor del mundo diseminando esta sabiduría es que puedo conectar con muchas personas. Generalmente escucho a aquellos que asistieron a una charla introductoria y comentan que se sintieron inspirados y que les gustaría aprender más acerca de la Kabbalah, pero no tienen tiempo. Incluso para quienes reciben las afinaciones, frecuentemente leo que utilizar esta sabiduría los ayuda en sus vidas, y que gracias a ellas les gustaría tomar clases o conseguir un maestro y comprometerse realmente con el camino de cambio, pero están muy ocupados con el trabajo por el momento, tal vez el siguiente mes. Por supuesto, cuando llega el siguiente mes, generalmente están con algo más que los mantiene ocupados.
Casi cualquier forma de espiritualidad concuerda con la idea de que el verdadero propósito de nuestras vidas es fortalecer nuestra conexión con el Creador. Entonces, ¿por qué, incluso aquellos de nosotros que creemos que esto es verdadero, gastamos tanto de nuestras vidas haciendo cualquier cosa menos lo que vinimos a hacer en este mundo?
La respuesta yace en la siguiente historia: Una vez existió un rey que estaba muy enfermo. Dijo que cualquiera que pudiera sanarlo tendría garantizadas dos horas en el tesoro real para que se llevase todo el oro, los diamantes y rubíes que pudiera recolectar. No pasó mucho tiempo antes de que uno de los consejeros del rey lo curara y se le diera acceso al tesoro. Una vez sanado, el rey estaba preocupado por dar mucho de sus riquezas. Así que ingenió un plan para distraer al consejero. El rey sabía que este consejero en particular sentía una increíble pasión por la música, así que contrató a cientos de los mejores músicos para que tocaran las más hermosas melodías dentro de de la cámara del tesoro mientras el consejero reunía su fortuna en esas dos horas.
Cada vez que el consejero se acercaba a una de las joyas, aumentaba el volumen de la música para distraerlo. A veces, un nuevo instrumento se agregaba y él tenía que tirar todo para ir a ver con entusiasmo. Al tiempo, se dio cuenta que sus bolsas estaban vacías y que mejor empezaba a recoger el tesoro, pero era muy tarde. Su tiempo había terminado.
Nosotros somos como el consejero: nos distraemos. Cuando empezamos a enfocarnos en el verdadero propósito de nuestras vidas, el Oponente, nuestro lado negativo, siempre desviará nuestra atención. Una buena forma de vencer esa voz es no darle espacio para que entre en primer lugar. Cuando ocupamos nuestros pensamientos y nuestro horario con nuestro trabajo espiritual, con compartir, con otros, con conectar con la Luz, ¡entonces no hay espacio para las distracciones!
Vivir un camino espiritual es difícil cuando tus conexiones vienen y van. La Luz es constante, y cuando somos constantes en nuestra espiritualidad, atraemos constantemente la Luz a nuestras vidas.
Siempre habrá una razón para no estudiar, para no compartir, para no comprometerse, ¡porque así trabaja el Oponente! Hasta que un día sea muy tarde para recibir todos los tesoros que la Luz tiene destinados para nosotros. Cuando dejamos de poner excusas y realmente nos comprometemos con el camino de cambio, comenzamos a vivir el propósito de nuestras vidas.