Señor: Tu presencia en mi vida es más preciosa para mí que lo que podría jamás expresar con simples palabras.
Soy bendecido por saber que Tú tienes conciencia de mi amor por Ti, que oyes cada susurro de amor de mi corazón.
Cuando Te llamo sé que responderás, pues eres mi padre amante, un padre que siempre se interesa por mí y me nutre.
Te lo doy todo. En cada momento de vigilia dedico mi vida, mis pensamientos y mis actos a vivir mi potencialidad divina.
Ahora Te doy gracias por guiarme cuando me sentía perdido, por amarme cuando me creía indigno de amor y por llenarme de paz cuando no parecía haberla.
¡Gracias Dios por todo!