¡Oh Jesús! Tú eres el dulce maestro que has subido a la cátedra para enseñarnos la doctrina de la verdad, y el alma que la sigue no puede caer en las tinieblas.
Eres el camino por el que vamos a esa escuela, es decir, a seguir tus obras. Así has dicho: Yo soy el Camino, Verdad y Vida. Y así es en verdad, porque el que te sigue, oh Verbo, con la verdadera y santa pobreza, humilde y manso, tolerando toda injuria y sufrimiento, con verdadera y santa paciencia, aprendiendo de ti, dulce Maestro, que eres su camino, hace a todos bien a cambio de mal; y ésta es tu doctrina.
¡Oh dulce Maestro!, bien nos has enseñado el camino y la doctrina, y bien dijiste que eres Camino, Verdad y Vida. Por eso el que sigue tu camino y tu doctrina, no puede tener en sí la muerte, sino que recibe en sí vida perdurable; y no hay demonio, ni criatura, ni injuria recibida que se la pueda quitar, si él no quiere. (Santa Catalina de Sena, Epistolario)