Para resolver un problema inmediatamente, usted tiene que comprender el problema. ¿Es la comprensión de un problema una cuestión de tiempo o es cosa de percepción intensa, de intensidad en el ver? Digamos que yo tengo un problema, que soy vanidoso. Es un problema para mí en el sentido de que crea un conflicto, una contradicción dentro de mí. Es verdad que soy vanidoso y también es cierto que no quiero serlo. Primeramente debo entender el hecho de que soy vanidoso. Tengo que vivir con ese hecho. Debo no sólo estar intensamente atento al hecho, sino comprenderlo en su totalidad. Ahora bien, ¿es una cuestión de tiempo la comprensión? Puedo ver el hecho de inmediato, ¿verdad? Y la instantaneidad de la percepción. de ver, disuelve el hecho. Cuando veo una cobra, hay acción instantánea. Pero no veo la vanidad del mismo modo. Cuando veo la vanidad, o bien me gusta y por lo tanto continúo con ella, o no la quiero porque genera conflicto. Si no genera conflicto, no hay problema.
La percepción y la comprensión no pertenecen al tiempo. La percepción es cuestión de intensidad en el ver, un ver que es total. ¿Cuál es la naturaleza de ese ver algo totalmente?
¿Qué es lo que a uno le da la capacidad, la energía, la vitalidad, el impulso de encarar algo de inmediato, con toda su energía no dividida? En el momento que uno ha dividido la energía, surge el conflicto y, por lo tanto, no existe el ver, no existe la percepción de algo en su totalidad. Ahora bien, ¿qué es lo que le da la energía para hacerlo saltar cuando ve una cobra?
¿Cuáles son los mecanismos que hacen que todo el ser, orgánico y psicológico, salte sin vacilación alguna, de manera que la reacción sea inmediata? ¿Qué es lo que ha intervenido en esta inmediatez? Han intervenido varias cosas en esa acción inmediata: miedo, protección natural, los cuales deben estar presentes, el conocimiento de que la cobra es mortífera.
Ahora bien, ¿por qué no tenemos la misma acción enérgica con respecto a la disolución de la vanidad? Estoy tomando la vanidad como un ejemplo. Existen diversas causas que han contribuido a mi falta de energía. Me gusta la vanidad, el mundo se basa en ella, es el fundamento del modelo de comportamiento Social, me proporciona cierta sensación de vitalidad, cierta cualidad de dignidad, de superioridad, la impresión de que soy un poco mejor que otros. Todo esto obstruye esa energía que se necesita para disolver la vanidad.
Entonces, o bien analizo todas las causas que han obstaculizado mi acción, impidiéndome disponer de la energía para encarar la vanidad, o veo el hecho de inmediato. El análisis es un proceso de tiempo, un proceso de postergación. Mientras estoy analizando, la vanidad continúa y el tiempo no va a terminar con ella. De esta manera, tengo que ver la vanidad en su totalidad, pero carezco de la energía necesaria para ver. Ahora bien, reunir la energía disipada requiere que lo haga no sólo cuando me estoy enfrentando a un problema como la vanidad, sino que debo estar acumulando energía todo el tiempo, incluso cuando no hay ningún problema. Nosotros no tenemos problemas permanentemente. Hay momentos en que no tenemos ninguno. Si en esos momentos acumulamos energía — acumular en el sentido de estar despiertos—, entonces, cuando surge el problema, podemos hacerle frente sin pasar por el proceso del análisis. (Tomado de “El Arte de Vivir”– J. Krishnamurti - Enviado por Jorge Morales)) |