Tanto si nuestras adicciones son fuertes o leves, todos las tenemos. Resulta que hace no mucho tuve una conversación con dos amigos que son adictos en recuperación y compartieron que, en su experiencia, es clave aquello que causa que las personas quieran trabajar en su conducta adictiva, o en otras palabras, por qué están dispuestos a cambiar.
Y aún si no son drogas ni alcohol, todos tenemos cosas que necesitamos cambiar.
Desafortunadamente, el pastel de chocolate siempre va a saber mejor que el brócoli. Así es, a menos que un día vayas al consultorio del médico y te digan: una rebanada más de pastel de chocolate y te vas a morir. De repente ese chocolate parece cianuro. Ahora hay un cambio que sucede que transforma tu comportamiento.
Podrías ser un jugador profesional de básquetbol que mide dos metros y pesa 110 kilos, y tan sólo tu pura masa causa que tus rodillas se deterioren cada vez que vienes y vas corriendo en la cancha. ¿Qué te permite pagar ese precio? El marcador. La posibilidad de ser campeón, la fama, el dinero, incluso el amor por jugar.
No tienes que ser una estrella de la NBA para entender de lo que estoy hablando. Todos tienen en mente ciertas cosas que les gustaría hacer y/o ciertas cosas que están haciendo por una percepción de sistema de puntos. Hay una especie de sistema de recompensa, donde percibimos que ciertas realidades son mejores que otras realidades. O al menos un día lo serán.
Hay una cita famosa: la pereza retribuye hoy, el trabajo retribuye mañana.
No estoy diciendo que esto es bueno o malo; es simplemente la manera en que creemos que funciona la vida. Si me siento en mi trasero y no hago nada, estaré solo y sin un centavo en un año, dos años, o quizá incluso en dos meses. Algunas veces hay una recompensa real: dinero, beneficios, reconocimientos, poder. Y algunas veces hay sólo la fantasía de una recompensa.
Sin embargo, cuando el poder o el dinero no están involucrados, cuando es nuestro ego lo que tiene que cambiar, en realidad no hay una razón para cambiar. Escuchamos acerca de lo malo que es el ego para nosotros, aprendemos acerca de cosas que nos están derribando espiritualmente, pero realmente tenemos un incentivo para cambiar eso? ¿un cheque en el correo? ¿un ascenso? ¿el nombre entre luces?
Estoy seguro que algunos de ustedes están pensando que sí tenemos incentivos para cambiar desde dentro: aquellos a quienes amamos, eliminar el caos a nuestro alrededor, ser mejores personas. Cuando decides cambiar ¿Se te garantiza una retribución? ¿Sabes cuánto cambio es necesario para tener un ascenso en la vida?
En realidad hay al menos una cosa dentro de cada uno de nosotros que, la cambiemos o no, no marcará una diferencia. La verdadera pregunta es ¿Cuál es entonces nuestra motivación para cambiar?
El 90% de la gente está en algún tipo de infierno. O al menos, la mayoría de las personas, en algún punto durante su vida, han estado en ese lugar. Y muy a menudo, es el estar en ese espacio lo que nos acerca a la Luz. Ser emboscado por el caos es generalmente la primera motivación para encender la Luz. Pero después de un rato en el camino, la motivación para cambiar se pierde.
Ya sea que lleves estudiando Kabbalah un mes, un año, diez años o ni siquiera hayas empezado, ésta es la semana para hacerte la pregunta: ¿Cuál es mi motivación para cambiar? Puedes estar enfrentando adicciones, miedos, juicios, culpas, enojo o cualquier otro demonio para el caso, pero si no tienes éxito en cambiarlo, puede ser que hayas olvidado por qué estás en este camino en primero lugar.
Encuentra (o reubica) tu motivación. Usa este Nombre de los 72 Nombres de Dios a continuación como tu buscador. Como mis amigos señalaron tan conmovedoramente, se trata de aquello que te hace querer cambiar.
CONSEJOS Y SABIDURÍA
Algo asombroso del mundo en el que vivimos es que las cosas que suceden que parecen casuales, en realidad no son casuales. Estas cosas "casuales" no nos suceden a nosotros, suceden para nosotros. En el instante en que reconocemos que hay un designio abajo del desorden, nos estamos propulsando hacia la claridad, estamos acelerando el proceso, estamos inyectando Luz en la oscuridad. Cuando nos sentimos atascados en la oscuridad y no vemos la Luz al final del túnel, estamos perpetuando nuestra ceguera.