Debéis aprender de vuestros adversarios.
En ellos encontraréis siempre los
más adecuados Maestros.
Ellos os dirán sin contemplaciones
cuáles son vuestras lagunas, vuestros fallos;
os dirán si habéis sido imprudentes,
presuntuosos o temerarios.
En ellos no habrá doblez ni hipocresía :
la verdad pura se expresará de sus labios.
Sabréis así cómo sois en la
parte oscura de vuestra esfera,
ahí donde no luce jamás el
resplandor de la conciencia.
Los enemigos, los adversarios,
son aquellos que os aman con
amor desinteresado.
No levantéis vuestra mano contra ellos,
porque cuando desaparezcan,
ya no podréis veros en el espejo
que refleja los errores.
Cristo dijo : «ama al enemigo»
Y yo os digo ahora ¡Conservadlo,
respetadlo, utilizad sus virtudes!
Tu enemigo te ha sido dado
para que puedas expulsar de tu interior
ese conglomerado de cosas
detestables que él expresa.
Contempla hoy mismo, peregrino,
los defectos de tu enemigo
y extírpalos sin más tardanza de tu propio ser,
porque están en ti, muy en ti,