La misericordia de Dios es inmensa pero también lo es su justicia pues "La misericordia es simplemente justicia atemperada por esa sabiduría que proviene de la perfección del conocimiento y del pleno reconocimiento de la debilidad natural y las limitaciones ambientales de las criaturas finitas. Sólo el discernimiento de la sabiduría infinita permite a un Dios recto ministrar justicia y misericordia al mismo tiempo y en cualquier situación en el universo.38" Porque "el amoroso Padre celestial, cuyo espíritu mora en sus hijos de la tierra, no es una personalidad dividida, una de justicia y otra de misericordia. Tampoco necesita de un mediador para asegurar el favor del Padre o su perdón. La rectitud divina no está dominada por una estricta justicia retributiva, Dios el padre, trasciende a Dios el juez. La misericordia es el vástago natural e inevitable de la bondad y el amor. La naturaleza bondadosa de un Padre amante no podría de ningún modo rehusar el prudente ministerio de la misericordia a cada miembro de cada grupo de sus hijos universales. La justicia eterna y la divina misericordia juntas constituyen lo que en la experiencia humana se llamaría equidad" 41.
"Dios es amor»; por lo tanto su actitud personal única hacia los asuntos del universo es siempre una reacción de afecto divino. El Padre nos ama lo suficiente para otorgarnos su vida. «Hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos. Es divinamente generoso con los pecadores. Cuando los rebeldes retornan a la rectitud, se los recibe misericordiosamente, «porque nuestro Dios perdonará abundantemente.39" Pero “no os engañéis, no es posible mofarse de Dios, porque lo que el hombre siembra, eso también segará. Pero es verdad que, aun al cosechar con justicia el fruto de las maldades, esta justicia divina siempre estará atemperada por la misericordia. La sabiduría infinita es el eterno árbitro que determina las proposiciones de justicia y misericordia que se repartirán en cualquier circunstancia dada” 37
"El amor de Dios es por naturaleza un afecto paternal; por consiguiente a veces «nos disciplina por nuestro propio bien, para que podamos ser partícipes de su santidad». Incluso durante vuestras pruebas más duras, recordad que «en todas nuestras aflicciones él se aflige con nosotros"39. “Si un padre afectuoso de una familia grande, elige mostrar misericordia a uno de sus hijos culpable de graves maldades, es muy posible que la extensión de la misericordia a este hijo que se porta mal, pueda dar como resultado dificultades temporales para todos los demás hijos de buena voluntad. Estas contingencias son inevitables, este riesgo es inseparable de la situación real, de tener un padre amante y de integrar un grupo familiar. Cada integrante de una familia se beneficia por la conducta recta de todos los demás miembros, del mismo modo, cada integrante ha de sufrir las consecuencias temporales inmediatas de la mala conducta de cualquier otro de los miembros de ella” 619 porque “el amor de un Padre no necesita malcriar y no perdona el mal, pero nunca es cínico. El amor paterno tiene un propósito único y siempre busca lo mejor en el hombre, esa es la actitud de un verdadero padre” 1574.
“Pero se debe aclarar una cosa, si se te obliga a sufrir las consecuencias dañinas del pecado de un integrante de tu familia, un conciudadano o un semejante mortal, aun de la rebelión en el sistema o en otra parte, sea lo que fuere, lo que te veas obligado a soportar debido a la maldad de tus asociados, semejantes o superiores, puedes estar seguro de la certidumbre eterna de que dichas tribulaciones, son aflicciones transitorias. Ninguna de estas consecuencias relacionadas de la mala conducta del grupo, puede poner en peligro tu futuro eterno, ni privarte en lo más mínimo de tu derecho divino a la ascensión al Paraíso y al logro de Dios” 619.
Porque “la evolución espiritual es una experiencia de la elección creciente y voluntaria de la bondad asistida por una disminución igual y progresiva de la posibilidad del mal. Con el logro de la finalidad de elección de la bondad y de una plena capacidad para la apreciación de la verdad, surge a la existencia una perfección de la belleza y de la santidad, cuya rectitud inhibe eternamente la posibilidad de que surja aun, el concepto del mal potencial. Un alma conocedora de Dios como ésta, no arroja ninguna sombra de mal dudoso cuando funciona en tal alto nivel espiritual de bondad divina”1460
“Dios no se vuelve nunca iracundo, vengativo ni airado. Es verdad que la prudencia refrena a menudo su amor, así como la justicia condiciona su misericordia. Su amor por la rectitud no puede evitar manifestarse por igual como odio al pecado. El Padre no es una personalidad contradictoria, la unidad divina es perfecta, aun cuando Dios ama al pecador y odia el pecado, esta declaración es filosóficamente cierta, pero Dios es una personalidad trascendente y las personas tan sólo pueden amar u odiar a otras personas. El pecado no es una persona. Dios ama al pecador porque es una realidad de personalidad (potencialmente eterna) mientras que hacia el pecado Dios no asume ninguna actitud personal, porque el pecado no es una realidad espiritual, no es personal, por lo tanto sólo la justicia de Dios toma conocimiento de su existencia” 41.
“El amor de Dios salva al pecador, la ley de Dios destruye el pecado. Esta actitud de la naturaleza divina aparentemente cambiaría si el pecador se identificara final y plenamente con el pecado, así como esta misma mente mortal puede identificarse plenamente con el Ajustador espiritual residente. Este mortal identificado con el pecado, se volvería entonces, completamente carente de espiritualidad en su naturaleza y (por tanto personalmente irreal) y experimentaría la eventual extinción del ser. La irrealidad, incluso el hecho de que la naturaleza de las criaturas es incompleta, no puede existir en un universo progresivamente real y crecientemente espiritual” 41.
“Jesús enseñó que el pecado no es hijo de una naturaleza defectuosa, sino más bien de una mente conocedora y dominada por una voluntad no sumisa. Sobre el pecado enseñó que Dios ha perdonado y que nosotros podemos disponer personalmente de este perdón, mediante el acto de perdonar a nuestros semejantes. Cuando perdonas a tu hermano en la carne, creas de esa manera en tu alma, la capacidad para recibir la realidad del perdón de Dios por tus errores” 1861
¿Podría existir en nosotros el enojo o el rencor si nos hiciéramos cargo de que si no perdonamos no estamos mereciendo ser perdonados por Dios ?
yolanda silva solano