Libro de Urantia. Pág.1762
Una vez más nos sorprende la simpleza de Jesús, al enseñarnos una de las bases más fundamentales para entrar en el Reino: perdonar a nuestros hermanos en la misma forma misericordiosa y comprensiva que Dios perdona nuestras debilidades, transgresiones y pecados de omisión, porque "no hacer el mal no es suficiente, tenemos que aprender a hacer el bien."1736
Si los que nos llamamos cristianos tuviésemos en cuenta esta parábola, seríamos mucho más empáticos y comprensivos con nuestros hermanos y sabríamos perdonar y comprender más, en vez de estar siempre prontos a criticar, a juzgar, a condenar y guardar rencor, olvidando que nosotros seremos perdonados sólo en la medida que también nosotros sepamos perdonar, por eso "no cometamos el error de juzgar a nadie con nuestras propias normas de conocimiento y verdad. "1115 porque el Padre celestial "derrama la más abundante misericordia sobre los que son generosamente misericordiosos para con sus semejantes. ¿Cómo puedes implorar a Dios que te tenga consideración por tus imperfecciones, si castigas a tus hermanos culpables de las mismas debilidades humanas? Yo os digo a todos vosotros: habéis recibido generosamente las cosas buenas del reino; dad pues generosamente a vuestros semejantes en la tierra."1764
Sin embargo, este perdón no significa dejar que el mal actúe libremente, debemos combatir el mal pero amar al pecador y darle todas las oportunidades posibles para que recapacite en su mala conducta, y nosotros imitar a Jesús que "enseñó la disciplina debe ser mantenida, la justicia debe ser administrada, pero en todos estos asuntos debe prevalecer la sabiduría de la hermandad. Jesús impartió la autoridad legislativa y judicial al grupo, no al individuo. Aun esta autoridad del grupo no debe ser ejercida como autoridad personal. Siempre existe el peligro de que la decisión de un individuo se vea distorsionada por el prejuicio o por la pasión. El juicio del grupo puede prevenir más fácilmente los peligros y eliminar las injusticias de la opinión personal.1764
No dejó nunca de advertir a sus discípulos contra la práctica malvada de la represalia; no permitía la venganza, la idea de desquitarse. Deploraba guardar rencor. Desaprobaba la idea de ojo por ojo y diente por diente. Le desagradaba todo el concepto de la venganza privada y personal, y prefería asignar estos asuntos al gobierno civil por una parte, y al juicio de Dios por la otra. Les aclaró a los tres que sus enseñanzas se referían al individuo, y no al estado. Resumió sus instrucciones hasta ese momento sobre estos asuntos como sigue:
Amad a vuestros enemigos —recordad las exigencias morales de la hermandad humana.
La futilidad del mal: un agravio no se corrige con la venganza. No cometáis el error de luchar contra el mal con sus propias armas.
Tened fe y confianza en el triunfo final de la justicia divina y de la bondad eterna."1580
"La cruz por siempre muestra que la actitud de Jesús hacia los pecadores no fue ni de condenar ni de condonar, sino más bien de salvación eterna y amante. Jesús es en verdad un salvador en el sentido de que su vida y su muerte atraen a los hombres a la bondad y a la sobrevivencia recta. Jesús ama tanto a los hombres que este amor despierta la respuesta amorosa en el corazón humano. El amor es verdaderamente contagioso y eternamente creativo. La muerte de Jesús en la cruz ejemplifica un amor que es lo suficientemente fuerte y divino como para perdonar el pecado y absorber toda maldad. Jesús reveló a este mundo una calidad más alta de rectitud que la justicia y el sólo concepto técnico del bien y del mal. El amor divino no solamente perdona las faltas; las absorbe y realmente las destruye. El perdón del amor trasciende enteramente el perdón de la misericordia. La misericordia pone a un lado la culpa del mal; pero el amor destruye para siempre el pecado y toda debilidad que de él resulte. Jesús trajo a Urantia un nuevo método de vivir. Nos enseñó a no resistir al mal sino a encontrar a través de él la bondad que destruye al mal eficazmente. El perdón de Jesús no es condonar; es la salvación de la condenación. La salvación no le resta importancia a la falta; la enmienda. El verdadero amor no transige con el odio ni lo condena, sino lo destruye. El amor de Jesús no está nunca satisfecho con el simple perdón. El amor del Maestro implica rehabilitación, sobrevivencia eterna."2018
Que la bondad y la misericordia de Jesús nos ayude a no guardar jamás ese resentimiento que es inútil para quien nos ha ofendido, porque la mayoría de las veces ni siquiera se entera de nuestra rabia, en cambio es tan mal sano para quien lo siente, porque pone una barrera al amor que Dios desea entregarle. Lo mejor es "si deseas verdaderamente sobreponerte a la costumbre de criticar a un amigo, la forma más rápida y segura de alcanzar este cambio de actitud consiste en establecer el hábito de orar por esa persona."998
yolanda silva solano