Aquí no pasa nada”, es una frase popular que revela cierto desencanto y desilusión. Es la impresión de muchos cristianos que se esfuerzan en la evangelización y en obras de bien: no ven los frutos, pareciera que en el mundo “no pasa nada”.
Frente al desaliento, el cansancio y el aparente fracaso de tantos esfuerzos, Jesús se hace presente “en la orilla” de nuestra vida para devolvernos la tranquilidad, el dinamismo propio de una “tripulación cristiana”, hinchando las velas de la esperanza.
No importan las noches de trabajo aparentemente inútiles. Hace 2000 años que el Resucitado sigue ordenando: Tiren la red… y encontrarán.
No es verdad que “aquí no pasa nada”. Basta mirar el mundo con los ojos de la fe para advertir lo contrario.