LA COOPERACIÓN CON EL AJUSTADOR
Los Ajustadores se juegan el juego sagrado y extraordinario de las edades; se ocupan en una de las aventuras supremas del tiempo en el espacio. Y cuán felices son cuando vuestra cooperación les permite prestar ayuda en vuestras cortas luchas del tiempo, a medida que continúan ejecutando sus tareas más vastas de la eternidad. Pero usualmente, cuando vuestro Ajustador intenta comunicarse con vosotros, el mensaje se pierde en las corrientes materiales de los caudales de energía de la mente humana; tan sólo de vez en cuando oís un eco, un eco leve y distante, de la voz divina.
El éxito de tu Ajustador en la empresa de pilotearte a través de la vida mortal y de obtener tu supervivencia depende, no tanto de las teorías de tus creencias, sino de tus decisiones, determinaciones, y fe constante. Todos estos movimientos de crecimiento de la personalidad se vuelven influencias poderosas que ayudan para tu avance porque te ayudan a cooperar con el Ajustador; te ayudan a cesar la resistencia. Los Ajustadores del Pensamiento tienen éxito o parecen fracasar en sus empresas terrenales solamente hasta el grado en que los mortales tienen éxito o fracasan en cooperar con el esquema por el cual avanzan a lo largo del camino ascendente del logro de la perfección. El secreto de la supervivencia se envuelve en el deseo supremo humano de ser semejante a Dios y en la disposición asociada a hacer y ser una y todas las cosas que son esenciales para el logro final de ese anhelo sobrecogedor.
Cuando hablamos del éxito o del fracaso de un Ajustador, estamos hablando en términos de supervivencia humana. Los Ajustadores jamás fracasan; son de esencia divina y siempre salen triunfadores de cada una de sus empresas.
No puedo sino observar que tantos de entre vosotros pasáis tanto tiempo y pensamiento en las meras trivialidades del vivir, mientras que olvidáis casi totalmente las realidades más esenciales de importancia duradera, aquellos mismos logros que se refieren al desarrollo de un acuerdo más armonioso de trabajo entre vosotros y vuestro Ajustador. La meta magna de la existencia humana consiste en sincronizarse con la divinidad del Ajustador residente; el gran logro de la vida mortal es alcanzar una consagración verdadera y comprensiva a los objetivos eternos del espíritu divino que aguarda y trabaja dentro de tu mente. Pero un esfuerzo dedicado y determinado a la realización del destino eterno es totalmente compatible con una vida regocijada y alegre y con una carrera de éxito y honorable en la tierra. La cooperación con el Ajustador del Pensamiento no comprende autotortura, piedad falsa, ni autohumillación hipócrita y ostentosa; la vida ideal es una vida de servicio amante y no una existencia de aprehensión temerosa.
La confusión, el estar perplejos, aun a veces desalentados y distraídos, no significa necesariamente resistencia a la guía del Ajustador residente. Estas actitudes a veces pueden significar falta de cooperación activa con el Monitor divino y por lo tanto pueden demorar en cierto modo el progreso espiritual, pero estas dificultades intelectuales y emocionales no interfieren en lo más mínimo con la supervivencia certera del alma que conoce a Dios. La ignorancia por sí sola no puede prevenir jamás la supervivencia; tampoco pueden las dudas confusas ni la incertidumbre temerosa. Sólo la resistencia consciente a la guía del Ajustador puede prevenir la supervivencia del alma inmortal evolutiva.
No debes considerar la cooperación con tu Ajustador como un proceso particularmente consciente, porque no lo es; pero tus motivos y tus decisiones, tus determinaciones fieles y tus deseos supremos, constituyen la cooperación real y eficaz. Puedes aumentar conscientemente la armonía Ajustadora al:
1. Elegir responder a la guía divina; basar sinceramente la vida humana en la conciencia más alta de la verdad, la belleza y la bondad, y luego coordinar estas cualidades divinas a través de la sabiduría, la adoración, la fe y el amor.
2. Amar a Dios y desear ser como él —reconocimiento genuino de la paternidad divina y adoración amante del Padre celeste.
3. Amar al hombre y sinceramente desear servirle —reconocimiento sincero de la hermandad de los hombres acoplado con un afecto inteligente y sabio por cada uno de tus semejantes mortales.
4. Aceptación regocijada de la ciudadanía cósmica —reconocimiento honesto de tus obligaciones progresivas al Ser Supremo, conciencia de la interdependencia del hombre evolucionario y de la Deidad evolutiva. Éste es el nacimiento de la moralidad cósmica y el alba de la comprensión del deber universal.