Conócete a ti mismo como un hijo de Dios.
Libro de Urantia. Pág.67
Sócrates fue el gran difusor de parte de esta cita, pero no es lo mismo conocerse uno mismo desde el punto de vista psicológico, sino que además conocerse como hijo de Dios, porque esto amplía el concepto mucho más allá del plano filosófico y se convierte en una forma de conocer la grandeza de Dios, a través de nosotros mismos, de allí que junto con bucear en nuestro interior para reconocer los múltiples yos que rigen nuestra personalidad y modelan nuestro carácter y reacciones, también es preciso conocer el envoltorio que tiene nuestra mente y que es nuestro cuerpo, el cual bien sabemos que no es más ni menos que el templo de Dios, porque “mediante vuestra fe y la transformación del espíritu, llegaréis a ser en realidad, templos de Dios, y su espíritu vive verdaderamente dentro de vosotros. Si el espíritu vive dentro de vosotros, ya no seréis esclavos encadenados por la carne, sino hijos del espíritu libres y liberados.”1609
Una de las mejores maneras de valorar nuestro cuerpo y aprender a cuidarlo es comenzando por el disco duro, es decir por nuestro cerebro, esa masa que se parece a un nuez y que encierra millones y millones de células que son las que regulan nuestra salud, porque el proceso de la enfermedad comienza en la células, cuando ellas comienzan a funcionar mal, cuando en una célula se alteran las funciones de transporte de líquidos y sales, desde y hacia su interior se desarrolla un trastorno que en último término la paraliza y le impide cumplir su tarea de repararse a sí misma y multiplicarse, impidiendo así que cumplan su misión específica.
Si tal proceso se lleva a cabo en millones de células en todo el organismo, el efecto final es el mal funcionamiento de los órganos y sistemas, produciéndose la fatiga, el daño de su estructura y por consiguiente el dolor, la inflamación y la deformidad. La prolongación de estos trastornos en el tiempo conlleva la muerte. Pero si estuviésemos más alertas a nuestros procesos, podríamos influir en forma positiva en nuestras células antes que se dañen completamente, pues ellas "disponen de la capacidad de elaborar ciertas sustancias químicas que están facultadas para estimular y activar las células adyacentes, de tal modo que las sanas comienzan a segregar ciertas sustancias que facilitan los procesos curativos"735
La ciencia, cada día trata al enfermo en forma más holística, sabe que muchos dolores y enfermedades nacen en la parte síquica, antes que en la física. Hay que dejar de considerar que el hombre es simplemente la suma de sus órganos físicos, para empezar a concebirlo como la relación que ellos tienen entre sí mismos a través de una gran red de información que los une, llamada la mente. El hombre es por tanto una unidad cuerpo-mente indivisible.
Cuando nos convenzamos de la importancia que en nuestra vida y en nuestra salud tienen nuestros pensamientos y nuestros estados anímicos, vamos a poder gozar de mucho más bienestar físico y material, porque todo está en nuestra mente y de la misma forma, como "son vuestros pensamientos los que nos conducen a Dios, porque sólo se puede percibir la naturaleza divina, con los ojos de la mente."1105 De igual manera, nuestra salud depende en gran parte de la calidad de nuestros pensamientos, más que de lo que comemos o dejamos de comer o beber, porque " no es lo que entra por la boca lo que ensucia al hombre, sino más bien lo que procede de la boca y del corazón" 1712
Yolanda Silva Solano