Señor, mira mi corazón. Tú sabes que a veces pierdo el entusiasmo porque a mi vida le falta generosidad, sensibilidad frente al mal ajeno, y estoy demasiado pendiente de mí mismo.
A veces me desanimo porque no recibo elogios o no veo los frutos de mis esfuerzos.
Dame un corazón más generoso, para que realmente me interese la felicidad de la gente, para que de verdad me duelan los problemas ajenos, y no solamente los míos.
Libérame del egoísmo y de la indiferencia. Así pondré toda mi pasión para ayudar a los demás y me entregaré con entusiasmo.
Tómame, Señor, utilízame para derramar tu poder y tu luz en el mundo. Amén.
Víctor Fernández