No existen los atajos hacia la realización.
Cada día sustituimos la verdadera felicidad por alegrías temporales y experimentamos
una vida de montaña rusa llena de subidas y bajadas. Si
queremos recibir plenitud duradera, debemos merecerla.
Cuando descubrimos los atajos que estamos tomando y los reemplazamos con trabajo
duro, creamos una vida más estable para nosotros mismos.