Siempre es más fácil ver desde afuera los errores
que cometen los demás, pues fuimos enseñados
a fijar nuestra atención en otros y no en nosotros.
Algunas veces la actitud crítica se vuelve un hábito
difícil de concientizar; otras veces son la rabia,
el dolor, la frustración, la envidia o los celos,
la fuente de motivación para criticar duramente
al otro, sin darnos cuenta que ignoramos
una de las leyes que preserva el equilibrio
del Universo, la Ley de acción y reacción,
que es la causante de que todo lo que hagamos
o entreguemos a los demás, nos sea devuelto
siempre en la misma dirección, e incluso
con mayor intensidad en casi todos los casos.
De esta manera la vida nos permite aprender
al experimentar en nosotros mismos
las consecuencias de nuestra forma de actuar.
La próxima vez que sientas ganas de hacer
algún comentario negativo acerca de alguien,
detente y reflexiona:
¿Puedes con tu comentario mejorar
su actitud o comportamiento; o tal vez
darle solución a esa situación, o evitar
un conflicto, o enfrentamiento posterior
Si la respuesta es no, detente, porque
puedes causar más daño que bienestar.
Si la respuesta es sí, entonces escoge
el momento y las palabras que usarás
para compartir con ellos tus sugerencia,
dirigidas a construir y aportar.
"Camina por la vida suavemente para
no herir a otros y al mismo tiempo hazlo
con firmeza para dejar una huella
producto de tu diferencia".