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El Dios en nosotros, esto es, el Espíritu de amor y verdad, de justicia y sabiduría, de
bondad y poder, ha de ser nuestro verdadero y constante amor; nuestra única confianza;
nuestra única fe, que firme como una roca nos sirve de apoyo; nuestra sola esperanza,
que nunca nos engañará aunque todo perezca; y el único logro a que aspiremos con
nuestra paciencia, esperando gozosamente, hasta agotar nuestro mal karma, que la
presencia del divino Redentor se revele en nuestra alma.
El contento es la puerta por donde ha de entrar el Redentor, porque quien está
descontento de sí mismo lo está también de la ley que lo ha hecho tal como es; y siendo
Dios de por Si, la ley, no podrá revelarse en quienes están descontentos de Él.
Si admitimos que nos hallamos en la corriente de evolución, debemos considerar que
son para nosotros justas todas las circunstancias en que nos hallemos; y esta
consideración será nuestro mayor auxilio cuando fracasemos en el cumplimiento del
deber, pues no podemos adquirir de ningún otro modo la serenidad que tanto
recomienda Krishna.
Si todo nos saliere a la medida de nuestro deseo, no echaríamos de
ver ningún contraste. También es posible que por estar nuestros planes ignorantemente
y, en consecuencia, erróneamente trazados, la benéfica Naturaleza no permite que los
realicemos. No se nos vituperará por el plan; pero engendraremos mal karma si no nos
resignamos a la imposibilidad de llevarlo a cabo. Si estáis por entero abatidos, será
porque antes decayeron vuestros pensamiento.
Puede un hombre estar encarcelado, y,sin embargo, trabajar en favor de una causa.
Así os exhorto a que eliminéis de vuestra mente todo disgusto por las circunstancias en que os veáis,
y si conseguís considerarlas según las miras de vuestro Yo superior, no sólo vigorizarán vuestros pensamientos,
sino que se reflejarán en vuestro cuerpo y lo fortalecerán.
Obrad activamente cuando sea hora de obrar, y entretanto esperad con paciencia que
llegue esta hora. Colocaos en concordancia con el flujo y reflujo de los negocios de la
vida, a fin de que, apoyados en la naturaleza y en la ley con la verdad y la bondad por
faro, seáis capaces de obrar maravillas.
La ignorancia de esta ley tiene por consecuencia
alternativas de irreflexivo entusiasmo, por una parte, y del abatimiento y desconsuelo,
por otra, siendo así el hombre esclavo de la marea de la vida cuando debiera ser su
dueño. Como dice "La voz del Silencio": Ten paciencia, candidato, y no temas el
fracaso ni solicites el éxito.
(Tomado de "Ocultismo Práctico" - H.P. Blavatski)