Mi Deseo de Morir.
Ayer desperté decidido a morirme:
Pensé, ya no quiero vivir...
¿Para qué?
¿Con qué objeto?
Que los problemas los resuelvan otros,
que los triunfos los disfruten otros.
Yo ya no quiero saber nada,
ni recibir caricias, ni dar afecto,
ni dar amor, ni hacerlo.
Ya no quiero guiar a mis hijos,
ni amar a mi esposa, ni convivir con ella.
Ya no me importa conversar con nadie,
ni siquiera me interesa escribir poemas.
Entonces, me levanté muy decidido,
me bañé y me puse una pijama limpia
para meterme de nuevo en las cobijas
y marcharme para siempre de la vida.
Estaba decidido a morirme,
mas no quería morir como suicida
y me dije: voy a morir durmiendo,
voy a quedarme quieto,
voy a cerrar los ojos y
dejaré de respirar hasta que muera.
De pronto, soñé que ya había muerto
y que había llegado al paraiso,
donde mis hijos me necesitaban,
donde mi mujer me amaba,
donde mis amigos jugaban a la vida,
donde mi padre era más que un padre y
mi madre me guiaba y me entendía.
Mi hermano y yo nos dábamos la mano
y mis hermanas me hablaban de su vida.
En el paraíso disfruté de la llovizna,
del sol, de la neblina y de la brisa.
Disfruté de las flores del jardín,
del agua de la fuente,
del canto de los pájaros
y del paisaje de enfrente.
Mas cuando desperté
ya era el día siguiente
y mi deseo de morir
¡al fin estaba ausente!
Gabriel García Márquez