Señor amado, quisiera entregarte todo para vivir con plena libertad interior, sin apegarme a nada. Pero muchas veces me hago esclavo de tantas cosas y no quiero renunciar a nada.
Toca mi corazón, Dios mío, y regálale un santo desprendimiento, para que no pierda la paz cuando algo se termina.
Te doy gracias, Señor, por todas las cosas bellas que he vivido, porque tú me las has regalado. Y acepto que muchas cosas ya se han terminado.
Cuando algo se acaba, tú, Señor, me regalas algo nuevo, me abres una puerta nueva, me ofreces una renovación.
Dame la gracia de descubrirlo. Quiero caminar más liviano, sin tantos pesos sobre los hombros, sin estar atado a tantas cosas y personas. Dame esa santa paz de la libertad interior. Amén.
Víctor Fernández