NO DEJES QUE LLEGUE LA DUDA
No dejes que llegue la duda a tus oídos,
porque si toca lo que escuchas,
necesitarás amar demasiado para creer
en lo que es verdad y no dudar
ni mucho menos desconfiar.
No dejes que llegue la duda a un sentimiento
que cultivas, porque empezará a debilitarse,
te confundirás y no sabrás
si lo que sientes aún existe o ya no está.
No dejes que llegue la duda a un pensamiento,
porque no encontrarás las respuestas que buscas
y por más que te ayuden con ellas,
vas a dudar cual es la correcta.
No dejes que llegue la duda con las cosas que te dicen,
porque lograrán debilitar lo que piensas y lo que sientes,
por muy fuertes que sean.
No dejes que llegue la duda, al corazón de quien amas,
trata siempre de aclararle lo que le inquieta,
porque mientras haya duda no habrá
confianza ni certeza de nada.
No dejes que llegue la duda, no la siembres,
ni la alimentes, porque termina robándose la paz
y las cosas hermosas que tienes,
aún las que parecían más fuertes y eternas.
No dejes que llegue la duda, no la provoques,
habla siempre con la verdad, no te alejes demasiado,
ni juegues con ella, que es como la candela,
cuando menos pienses, te quema.
No dejes que llegue la duda, por muy pequeña que sea,
porque se instala, tortura, te ataca la mente,
los sentimientos, te quita todo aquello
en lo que te apoyas, desconfías de todo,
no crees nada.
De la duda surgen los celos, la desconfianza,
la inseguridad en lo que te dan
y aun en lo que estás sintiendo y ofreciendo.
La duda le roba la fuerza y credibilidad a las palabras,
enceguece el corazón, adormece el alma.
No dejes que llegue la duda,
no le abras las puertas de tus sentidos,
cuando intente entrar en ti, reza mucho,
pídele a Dios que te de fuerzas
y luz para que no te haga dudar nunca nada.