Dos personas que se encuentran por primera vez se sienten, al
principio, extrañas una a la otra, sus vibraciones no se
armonizan y les resulta difícil comprenderse. Pero pasa el
tiempo, y a
medida que hacen intercambios, empiezan a vibrar al
unísono. No se extrañén si les digo que esto mismo es lo que
sucede con la comida: los alimentos que llegan a su mesa
vienen de más o menos lejos, pero, tanto si han venido de cerca
como de lejos, son como desconocidos que invitan a su
casa, a su organismo, y antes de
dejarles entrar, es
deseable que empiecen por familiarizarse con ellos.
Cuando vayan a comer una fruta, sosténganla durante unos
instantes en su mano dándole su amor, su
gratitud. Esta fruta estará mucho mejor «dispuesta» hacia
ustedes, porque han creado un lazo con ella. El alimento
que tomamos cada día es algo más que una materia bruta,
contiene elementos sutiles, imponderables. Pero sólo podremos
extraer estos elementos sutiles si lo impregnamos con nuestro
amor para que se abra a nosotros." (Omraam Mikhaël Aïvanhov)