La meditación puede ser comparada a la masticación de los
alimentos. Cuando ponemos los alimentos en nuestra boca y los
masticamos, las glándulas salivares trabajan y absorbemos con la
lengua las energías más sutiles. La meditación también es una
especie de masticación, una masticación de los pensamientos,
gracias a la cual absorbemos las quintaesencias del mundo
espiritual para convertirlas en nuestro alimento.
Así pues, medita sobre la sabiduría, sobre la luz, esta luz
que te protege, que te conduce y que te abre el camino del mundo
divino... Medita sobre el amor como fuente del gozo, de la
riqueza y de la belleza para todos... Medita sobre la verdad que
te conduce a la libertad..."
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)