De todos es conocido, que un lago profundo es
también tranquilo y permite el reflejo del cielo más
lejano con sus estrellas y planetas. Cuanto más profunda
es una persona, tanto mejor comprende las cosas.
Las personas superficiales son cortas de miras y su
comprensión es también superficial. El discipulado es
un proceso en el que se construyen profundidades en
el interior de uno mismo, no alturas. La ignorancia y la
ilusión conducen a muchos aspirantes a perseguir el
prestigio social.
El que tiene una posición social elevada
no puede llegar a lo simple y común. La sociedad
construye sistemas piramidales, que incapacitan al que
se encuentra en el vértice a contactar con el que está
en la base. Krishna, el Señor, y el Maestro Jesús, escogieron
ser vaqueros y pastores antes que reyes.
Este es el secreto que debe aprender el discípulo, si es que
trata de seguir el sendero del discipulado. Vasudeva, el
padre de Krishna, abdicó del trono para estar con la
gente. Sólo los iniciados (aquellos que viven el interior),
conviven con los seres comunes y corrientes, y
pueden ayudar al mundo. Ellos no aspiran a elevarse
socialmente. Los eruditos, los intelectuales y los líderes
religiosos, generalmente se distancian de la vida común,
llegando a ser prisioneros de su propio sistema.
Si uno desea seguir el sendero del discipulado, debe
crecer más en su interior, es decir, de la conciencia
externa a la conciencia interna y de ésta a la conciencia
del alma individual, y del alma individual a la conciencia
del alma universal.
Cuanto más crezcamos en profundidad,
mejor veremos y escucharemos. Cada vez
seremos más sencillos y no podremos caer, ya que no
estaremos en las alturas. Esta profundidad habrá de
capacitar al discípulo para comprender la actividad
soli-lunar en todo momento y lugar.