Saber respirar contribuye mucho a la armonía y al equilibrio interiores, pero para ello hay que conocer ciertas reglas. En primer lugar, no hay que respirar por la boca, sino solamente por la nariz.
Después, hay que inspirar el aire muy lentamente y
mantenerlo en los pulmones durante el mayor tiempo posible. La espiración, en cambio, puede ser rápida y fuerte. Cuando te sientas indispuesto, como si hubieses sido invadidos por presencias oscuras, haz este ejercicio: inspira el aire lentamente y después expúlsalo de una sola vez pensando que, expulsas también a estas presencias que te perturban.
Y cuando tengas la sensación de haberte liberado por fin de estos intrusos, atráe hacia ti presencias benéficas. Imagínate que tu corazón está lleno de una luz dorada, como si fuese un pequeño sol del que brotan rayos. ¿Cómo, con una morada así, no se sentirán atraídos los espíritus angelicales?"
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)
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