El Espíritu divino debe dominar y controlar cada fase de la experiencia humana.
Libro de Urantia. Pág. 381.
Nunca antes el mundo había estado tan conectado como lo está ahora gracias a las Redes Sociales, sin embargo el comunicarse en forma virtual en forma casi compulsiva a traves de unas pocas palabras o signos, es sólo una manera de acallar la tremenda soledad interior que se siente y de la incapacidad de estar con uno mismo, escucharse y tener conciencia de la propia individualidad.
Uno de los males endémicos de nuestra época es la soledad interna, aquella que muchas personas sienten, aun cuando estén rodeadas de otras personas y múltiples actividades. La peor de las soledades es la que se vive acompañada, porque el vacío y la soledad no están fuera sino dentro de la propia persona.
La vaciedad y el hastío se han convertido en un estado de ánimo casi permanente y son una de las principales causas del cansancio y el strees que sufre gran parte de la población, que por sentirse vacía, sin estímulos y cansadas de la monotonía de sus vidas, buscan refugio en la masa, perdiendo así aun más, su identidad como personas y el privilegio de usar su albedrío y forjar el propio destino, porque “los seres humanos infaliblemente se desalientan cuando ven únicamente las transacciones transitorias del tiempo. El presente cuando está divorciado del pasado y del futuro se torna desesperadamente trivial. Tan sólo el vislumbre del círculo de la eternidad puede inspirar al hombre a dar lo mejor de si mismo y llevar lo mejor que hay en él a su máxima expresión” 1777.
La gente ya no vive sometida a la autoridad de la iglesia o las leyes morales, hoy en día los dictadores que rigen sus vidas son lo que se dice en la Red y el consumismo desenfrenado que es el fruto del primero. Paradojalmente, mientras más siguen las órdenes externas, más solas se sienten porque la sensación de vacío proviene de la impotencia de hacer algo útil con sus vidas y con el mundo en que viven
El gran peligro de esta sensación de vacuidad y de impotencia es que tarde o temprano lleva al hombre a un penoso estado de ansiedad y desesperación porque en lo más profundo de su ser, sienten que “son templos de Dios y que el Espíritu de Dios mora en ellas. Pero no es suficiente que este espíritu se haya derramado sobre nosotros. El Espíritu divino debe dominar y controlar cada fase de la experiencia humana” 381.
Aprovechemos las bondades de las redes sociales para entregar algo de lo mucho que recibimos de nuestro Espíritu residente, no nos quedemos con lo intrascendente...
yolanda silva solano