No puedes servir a Dios y a Mammon», dice Jesús en los Evangelios. Lo que significa que no podemos satisfacer a la vez las exigencias de la tierra y las del Cielo.
Para ser reconocidos por nuestros amigos celestiales, debemos renunciar, a menudo, a ser reconocidos por los humanos, es verdad, pero ¿qué importancia tiene eso?... ¿Cuántos años durará lo que ganas con los humanos? Aunque te aprueben, te alaben, aunque seas reconocido por millones de personas, pronto todos abandonarán la tierra, y tu también y, entonces, ¿cómo te sentirás cuando llegues al otro mundo?
¿Y cómo vas a sentirte ya, en esta vida, si eres privado de la benevolencia y del amor de las entidades luminosas? Si te pones al servicio del Cielo, no esperes que los humanos vengan a manifestarte su estima y su reconocimiento: ni siquiera saben lo que sucede en ti. Contentate con trabajar. Cuando sientas que este trabajo te llena de una vida nueva, ¿crees que tendrás necesidad de que los demás vengan a aplaudirte y a felicitarte?"
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)
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