DECÁLOGO PARA MAESTROS
Por Francisco-Manuel Nácher López
Ser maestro es uno de los más excelsos destinos del hombre. El maestro tiene en sus manos el futuro de la Humanidad. En ellas se deposita la arcilla que ha de moldear del modo apropiado para que dé luego de sí todo lo más posible. Ése es el gran reto del maestro. Trata, pues, de tener presente este Decálogo:
1.- AMA A TUS DISCÍPULOS. Un gran porcentaje de tu trabajo ha de basarse en el amor, pues sólo el que ama puede soportar las salidas de tono, los errores y los defectos de una generación que no es la suya y de unos hijos que no son los suyos.
2.- EDUCA A TUS DISCÍPULOS. Tu papel no termina haciendo "sabios". Eso es, en realidad, accesorio. Tú has de hacer, fundamentalmente, "hombres".
3.- COOPERA CON LOS PADRES DE TUS DISCÍPULOS Y CON ELLOS MISMOS INDIVIDUALMENTE. Cada hombre es único e irrepetible y, por tanto, estás obligado a tener en cuenta las características y circunstancias de cada uno para poder extraer de ellas el máximo posible.
4.- COMPRENDE A TUS DISCÍPULOS. Ponte en su sitio. Recuerda cuando tú ocupabas su lugar, y trata de imaginar y sentir lo que sucede en sus cabezas y en sus corazones.
5.- ESTIMULA A TUS DISCÍPULOS. Si eres su maestro es porque aún no están formados y si es así, has de contar con su inconstancia y con sus técnicas de estudio equivocadas o parciales. Muéstrales el camino correcto.
6.- SIEMBRA LA CURIOSIDAD EN TUS DISCÍPULOS. Ha sido el fermento de la civilización. Si no fomentas la curiosidad, si no haces brotar en los pechos de tus discípulos el ansia de conocimiento, habrás fracasado como maestro.
7.- ENSEÑA A TUS DISCÍPULOS. Has de lograr que asimilen todo lo que tú sabes y seas capaz de transmitirles. Y ello con el propósito, el deseo y la esperanza de que, partiendo de esa base, lleguen más alto de lo que tú has llegado. Ésa es tu gloria como maestro.
8.- SÉ UN EJEMPLO PARA TUS DISCÍPULOS. Eres el modelo a imitar por ellos, lo quieras o no. Toda su vida, tus alumnos de hoy te llevarán en su memoria. En ti está el que te lleven también en el corazón.
9.- APRENDE DE TUS DISCÍPULOS. Porque, si bien oficialmente eres tú el maestro, también ellos lo son para ti en cuanto a la necesidad de desarrollar tu paciencia, tu capacidad de síntesis, tu facilidad de palabra, tu claridad de exposición, tu sentido de la justicia, tus dotes de persuasión, tu léxico, tu tacto, tu psicología, tu comprensión, tu compasión, tu espíritu de trabajo, tu sentido de la colaboración, etc. No te equivoques: Al final, la cuenta enseñanza-aprendizaje queda saldada con beneficio para ambas partes. Aprovecha, pues, la tuya para mejorar tú, ya que el puesto que ocupas es privilegiado para ello.
10.- RECUERDA QUE LA REPRENSIÓN ES DIRECTAMENTE PROPORCIONAL A LA FALTA DE INTERÉS. Si has de reprender, es que estás fallando como sembrador de inquietudes. La reprensión, pues, más que para tus alumnos, debería ser para ti. Aunque, curiosamente, casi siempre recae sobre el que menos la merece.
Estos diez Mandamientos se resumen en uno: TRATA A TUS ALUMNOS, EN TODOS LOS SENTIDOS, COMO A TI TE HUBIERA GUSTADO QUE TUS MAESTROS TE TRATARAN A TI. Si así lo haces, enhorabuena. Estarás dando la talla que de ti se esperaba. Si no, aún estás a tiempo: Rectifica o cambia de trabajo.
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