“El Padre celestial no es un Padre tontamente indulgente, condescendiente y débil siempre listo a condonar el pecado y perdonar la imprudencia. Jesús advirtió a sus oyentes que no aplicaran erróneamente sus comparaciones entre la relación de padre e hijo, para que no interpretaran a Dios, como uno de esos padres excesivamente condescendientes y poco sabios que conspiran con los tontos de la tierra, para ocultar la ruina moral de sus hijos imprudentes, con lo que contribuyen en forma cierta y directa a la desmoralización temprana de sus propios vástagos. Jesús dijo: mi Padre no condona indulgentemente esos actos y prácticas de sus hijos autodestructivos y suicidas para todo crecimiento moral y progreso espiritual. Esas prácticas pecaminosas son una abominación ante Dios” 1653.
“Dios ama al pecador y odia al pecado, esta declaración filosófica es cierta, pero Dios es una personalidad trascendente, sólo las personas pueden amar y odiar a otras personas. El pecado no es una persona. Dios ama al pecador porque es una realidad de una personalidad potencialmente eterna, mientras que hacia el pecado, Dios no asume ninguna actitud personal, porque el pecado no es una realidad espiritual, no es personal, por lo tanto sólo la justicia de Dios, toma conocimiento de su existencia. El amor de Dios salva al pecador, la ley de Dios, destruye el pecado. Esta actitud de la naturaleza divina, aparentemente cambiaría si el pecador se identificara final y plenamente con el pecado, de la misma forma que una mente mortal puede identificarse plenamente con su Ajustador espiritual residente. Ese mortal identificado con el pecado, se volvería entonces completamente carente de espiritualidad en su naturaleza y por tanto, personalmente irreal y experimentaría eventualmente la extinción de su ser. La irrealidad, incluso el hecho de que la naturaleza de las criaturas es incompleta, no puede existir en el universo progresivamente real y en creciente espiritualidad”41. “La misericordia requiere que cada malhechor tenga suficiente tiempo para formular una actitud deliberada y plenamente elegida respecto de sus pensamientos malignos y de sus acciones pecaminosas” 617.
“Decid a mis hijos que, aun cuando me enternezca por sus sentimientos y tenga paciencia con sus debilidades, también soy despiadado con el pecado e intolerante con la iniquidad. Soy en verdad manso y humilde en la presencia de mi Padre, pero soy igualmente inexorable allí donde haya maldad deliberada y rebelión pecaminosa contra la voluntad de mi Padre” 1776.
yolanda silva solano