SALMO DESDE LA VIDA Y LA LUZ
Nosotros buscamos tus huellas, Señor, en la vida de tu tierra;
buscamos tus huellas profundas en la luz que inunda tus cielos.
Tu gloria, oh Dios, alabamos en tus obras y nos llena de alegría;
la obra de tus manos, Señor, es un canto a tu bondad y belleza.
El día al día, la noche a la noche,
comunican tu mensaje de amor,
y nuestro corazón joven se llena de gozo y entusiasmo
ante tu presencia.
¡Bendito seas, Señor, en la luz y en la vida de tus obras!
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Como la brisa suave, como el rocío de la mañana, Señor nuestro,
tu mensaje nos llega derrochando la grandeza de tus manos.
La tierra toda está salpicada de tu amor y tus prodigios,
y tu rostro se descubre al oír de cerca tus pisadas.
Tú te haces presente en la lluvia y en la flor, en la nieve y la luz;
te haces presente en el canto de los pájaros
y el balar de los corderos.
Oh Dios de la vida, que inundas la existencia de tu vida y ternura.
Oh Dios de la luz, que penetras todo y lo llenas de alegría.
¡Bendito seas, Señor, en la sencillez del vuelo de un pajarillo!
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Tú has levantado en el mar una tienda para el sol
y habitas en sus aguas;
tú has sembrado luz de estrellas en sus alas
y caminas como el viento;
te recreas en la inmensidad de tus mares y tus playas,
y te asombras de la vida que sus entrañas llevan dentro.
Eres grande y nosotros te alabamos con el corazón gozoso.
Eres grande y nosotros aplaudimos la vida que has derrochado.
Eres grande, Señor, y nos has dado la vida para que la vivamos.
¡Bendito seas. Señor, en la pureza de la nieve
en lo alto de la cumbre!
Tu sabiduría, Señor, es eterna y has creado todo
como un canto de unidad;
tu ley, Señor, es perfecta y has llenado el existir de armonía.