Hoy cierro suavemente la puerta a todas las distracciones exteriores y me encuentro con Dios en el silencio de mi ser.
En el silencio se renueva mi conciencia de Dios y de los dones que Él me ha brindado.
En silencio recibo el don de paz y lo acepto ahora en mi vida. La paz es la copa que presento para que sea colmada con todas las bendiciones que estoy dispuesto a recibir.
En silencio recibo el don de la guía. Me colma, me rodea e ilumina mi camino. Avanzo viviendo y marchando bajo la maravillosa luz reveladora de Dios.
En silencio recibo el don de la curación. Ahora la curación brota desde lo más profundo de mí. Estoy sano, bien y fuerte.
En silencio reclamo los dones que me ha dado Dios y digo: "Te agradezco, Señor, la paz, la guía y la curación".
Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre en secreto. Mateo 6, 6