La ira y la impaciencia, habitualmente van unidas, podríamos decir que la ira es el producto de una impaciencia descontrolada y llevada al límite. Como fue la de Lucifer que consideraba que el proceso de evolución del universo, era demasiado lento.
"Lucifer, sostenía que gastaba demasiado tiempo y energía en el esquema de capacitar en forma tan completa a los mortales ascendentes, sobre los principios de la administración del universo"604, todo lo que hizo fue para apresurar los planes de Dios y al no conseguirlo, su impaciencia se fue transformando en la ira que lo llevó a la rebelión.
La ira y la impaciencia no sólo son dañinas para los que deben soportar sus consecuencias, sino que también son terriblemente perjudiciales para nosotros mismos, para nuestra propia evolución, pues a veces, por querer ir más rápido, tomamos atajos equivocados, que nos pueden sacar del verdadero Camino.
"Jamás en tu ascenso al Paraíso, te ganarás nada intentando impacientemente eludir el designio divino establecido mediante atajos, invenciones personales u otros artificios para facilitar el avance en el camino de la perfección"848 porque él, es lento y requiere de constancia, perseverancia y experiencia personal.
“La fe espiritual, indomable y apasionada de Jesús, no rayó jamás en el fanatismo, porque su fe no llegó nunca a afectar su juicio intelectual equilibrado en cuanto a los valores.”2088
Los padres, para educar a nuestros hijos, más de una vez debemos demostrarles nuestro enojo, pero él debe estar carente de rabia, de agresión tanto física como emocional y verbal. Para que la reprimenda tenga los efectos positivos deseados, debe ser racional y guiada por el amor. El enojo es algo muy diferente al mal humor. El castigo debe obedecer a la falta cometida, no a nuestro estado anímico y tengamos siempre mucho cuidado con el tono de voz con que decimos las cosas, porque el tono puede ser más dañino que el contenido de lo que decimos. Que no se nos olvide que en música el tono hace la melodía.
En el enojo, hay auto control sobre la situación que nos molesta, en cambio en la ira, sólo es rabia desenfrenada. “La impaciencia es un veneno del espíritu, la ira es como una piedra arrojada a un nido de avispas”557. Las consecuencias de la ira son impredecibles y por lo mismo, malignas.
No es saludable el reprimir nuestros enojos en forma constante, porque la acumulación de ellos, van generando la rabia. Como tan poco es conveniente, el tolerar el mal genio o el enfado gratuito de los otros, porque casi sin darnos cuenta se van juntando en nuestra mochila, hasta el momento que se rompen las costuras de la misma y explotamos por una niñería.
La armonía es una vibración maravillosa, porque al igual que la electricidad, no se ve, pero es capaz de iluminar cualquier oscuridad. Si nosotros, en vez de enganchar con la rabia del otro, nos ponemos un escudo reflectante de armonía, no solamente no recibiremos las consecuencias de la rabia ajena, sino que además haremos que ella se aminore y baje rápidamente de tono. “Cuando sopla el viento, oyes el murmullo de las hojas, pero no ves el viento, de donde viene y a donde va, así es todo aquel que nace del espíritu” 1609 porque está lleno de armonía y es capaz de irradiarla en forma silente
En esta lucha constante con nosotros mismos, no estamos solos...nuestro Espíritu residente siempre está pronto a ayudarnos en nuestros malos momentos.
yolanda silva solano