"Podemos encontrar que las más bellas obras de arte tienen, a
pesar de todo, algunas imperfecciones; e incluso los más grandes
artistas raramente están satisfechos de sus obras. Sin embargo,
existen ciertos monumentos que, por sus proporciones, por la
pureza de sus líneas o de los materiales que han sido utilizados
para su construcción, se convierten en una especie de alimento
para nuestra alma.
Al contemplarlos, sentimos que algo en
nosotros empieza a participar de la belleza y la armonía de
estas obras, hasta el punto de identificarse con ellas, y éste
es el principio de todo un trabajo interior.
¡
Cuántos monumentos pueden inspirar este trabajo y
acompañarlo! Algunos, incluso, fueron especialmente concebidos
con esta finalidad por Iniciados que los cargaban de esplendor y
de energía. Todos aquéllos que contemplan estas obras maestras
de arte sienten esta belleza como un alimento para su vida
espiritual."
(Omraam Mikhaël Aïvanhov)