El nacimiento de Cristo como Jesús es uno de esos eventos en que el Amor encarna. Él propagó de nuevo el Amor Divino (demostrándolo con su vida) juntando a un ladrón, una prostituta, un recaudador de impuestos, un pescador y a otros.
Él demostró a través de sus actos que no hay poder mayor que el Amor. Todo culmina en el Amor y la vida deviene armonía. El Amor no crea desprecio, ni competencia, ni odio.
Donde hay aceptación, hay amor. Donde hay resistencia, no hay amor. En el amor, los actos de servicio y sacrificio se realizan sin esfuerzo.
Cuando el amor está ausente, el servicio y el sacrificio crean orgullo, engreimiento, competencia y separatividad. El amor es incluyente y no excluye nada de él.
El amor no exige. Un amor que pide es emocional y egoísta y por lo tanto no es amor verdadero. Es fácil de hablar pero no se realiza.
El amor por algo no es amor puro. Amar por amar es lo que demuestra un Maestro. Cristo demostró tal amor a los que lo crucificaron.
Así, se destaca como un ejemplo para los seres humanos que se proponen practicar el amor en la vida.
(K. Parvathi Kumar - "La fusión espiritual del este y el oeste")