Cuando nos consideramos un ser espiritual, un alma que se expresa a través del soporte del cuerpo físico, se produce un profundo y beneficioso cambio de conciencia.
Algunos pensamientos que nos ayudan a experimentar nuestra identidad espiritual son: Soy un alma y tengo un cuerpo. Soy un ser no-físico, eterno y con la capacidad de trascender las limitaciones del mundo físico. Me expreso de diferentes maneras a través de mi cuerpo, pero tengo una existencia no limitada al mismo. Es decir, el cuerpo constituido por átomos y moléculas de materia, tiene una naturaleza temporal, pero la naturaleza del alma, el ser espiritual, es eterna. Soy un ser de luz espiritual, no-físico.
Diversas imágenes nos pueden ayudar a fortalecer la conciencia de que yo, el alma, soy distinta de este cuerpo físico. El conductor y el coche son dos aspectos diferenciados. Ser un buen conductor requiere gran atención y la habilidad de usar el acelerador, los frenos, las marchas y el volante con precisión, a fin de estar plenamente en control del vehículo y evitar colisiones.
De la misma forma, a medida que nos movemos por la vida, necesitamos mantener en orden nuestras facultades mentales y físicas.
Si usamos nuestros pensamientos y sentidos de la manera correcta, nos servirán bien, y nos llevarán a donde elijamos. Sin embargo, si permitimos que nuestros sentidos sean atraídos constantemente hacia diferentes direcciones y nos controlen, es posible que se produzcan accidentes.
Como conductores de nuestro vehículo, el cuerpo, también aprendemos a controlar los sentimientos que se expresan a través de los ojos y de las palabras. Cuando tales sentimientos se mantienen positivos, llenos de consideración y respeto favorece que nuestro viaje sea tranquilo y agradable.