Jesús es el modelo perfecto del hombre nuevo.
Dios nuestro Padre nos invita a transformarnos en él, haciendo nuestros sus sentimientos y actitudes.
Para lograrlo nada mejor que meditar e interiorizar sus palabras y ejemplos cada día, con el Evangelio en la mano.
Ojalá que como san Pablo puedas decir “Ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.