El Padre colabora con el Actor Conjunto en manipular las energías del Paraíso y en hacerlas sensibles al Supremo. El Padre colabora con el Hijo Eterno en la producción de las personalidades Creadoras cuyos actos alguna vez culminarán en la soberanía del Supremo. El Padre colabora tanto con el Hijo como con el Espíritu en la creación de las personalidades de la Trinidad para que funcionen como gobernantes del gran universo hasta el momento en que se complete la evolución del Supremo calificándolo así para tomar esa soberanía. El Padre coopera con sus coordinados de Deidad y de no Deidad en estas y en muchas otras maneras para el avance de la evolución de la Supremacía, pero también funciona por sí solo en estos asuntos. Y probablemente se revela mejor esta función solitaria en el ministerio de los Ajustadores del Pensamiento y de sus entidades semejantes.
La Deidad es unidad, existencial en la Trinidad, experiencial en el Supremo y, en los mortales, realizada por parte de la criatura en la fusión con el Ajustador. La presencia de los Ajustadores del Pensamiento en el hombre mortal revela la unidad esencial del universo, pues el hombre, el tipo más bajo posible de personalidad universal, contiene dentro de sí mismo un verdadero fragmento de la realidad más elevada y eterna: el del Padre original de todas las personalidades.
El Ser Supremo evoluciona por virtud de su vinculación con la Trinidad del Paraíso y en consecuencia de los éxitos de la divinidad por parte de los hijos creadores y administradores de esa Trinidad. El alma inmortal del hombre desarrolla su propio destino eterno por asociación con la presencia divina del Padre del Paraíso y de acuerdo con las decisiones de la mente humana que tienen que ver con la personalidad. Lo que la Trinidad es para Dios el Supremo, el Ajustador es para el hombre en evolución.
Durante la actual edad universal, el Ser Supremo aparentemente es incapaz de funcionar directamente como creador excepto en aquellos casos en los que las agencias creadoras del tiempo y del espacio han agotado las posibilidades finitas de acción. Hasta ahora en la historia universal esto ha ocurrido tan sólo una vez; cuando se habían agotado las posibilidades de acción finita en el asunto de la reflexividad universal, entonces el Supremo funcionó como creador culminador de todas las acciones creadoras antecedentes. Creemos que nuevamente funcionará como culminador en eras futuras cada vez que la autoría creadora antecedente haya completado un ciclo apropiado de actividad creativa.
El Ser Supremo no creó al hombre, pero el hombre fue literalmente creado de la potencialidad del Supremo y su vida misma fue derivada de ella. Tampoco evoluciona él al hombre; sin embargo el Supremo mismo es la esencia misma de la evolución. Desde un punto de vista finito, realmente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser dentro de la inmanencia del Supremo.
El Supremo aparentemente no puede iniciar una causación original pero parece ser el catalizador de todo crecimiento universal y aparentemente está destinado a proveer la culminación de la totalidad en cuanto al destino de todos los seres experiencial-evolucionarios. El Padre origina el concepto del cosmos finito; los Hijos Creadores factualizan esta idea en el tiempo y en el espacio con el consentimiento y cooperación de los Espíritus Creativos; el Supremo culmina el finito total y establece su relación con el destino de lo absonito.