El aspecto externo hace que el corazón lata, los pulmones se hinchen y los
sentidos funcionen: en esencia, mantiene vivos nuestros cuerpos. El aspecto
interno de esa energía está dormido, pero podemos despertarlo.
Este universo interno es más vasto que el externo. El júbilo interior hace que
todo el júbilo que se experimenta en el mundo de los sentidos parezca carente
de significado. Cuando se exprimenta esa luz interna, añade a la vida una
brillantez que no se parece a nada que puedan describir las palabras.
Cuando uno descubre su yo más sublime, experimenta esa energía interior y
permite que guíe su vida. El adjetivo más corriente para describir esta fuerza
interna es “espiritual”.
Cuando hablo de espiritualidad y de ser espiritual, describo una actitud hacia
Dios, un viaje interior de iluminación. Hablo de desarrollar las cualidades
divinas de amor, perdón, bondad y éxtasis que tenemos dentro.
Según mi interpretación, la espiritualidad no es cuestión de dogmas ni de reglas.
Es luz, júbilo y concentración en la experiencia del amor y el éxtasis internos, y
transmitir esas cualidades al exterior. Al viaje destinado a descubrir su yo más
sublime lo llamo “búsqueda sagrada!
(Tomado de "Tu Yo Sagrado" - W. Dyer)