He leído en algún lugar que “La victoria es algo maravilloso y usted tiene el derecho a eso. Pero no victoria sobre otros, sino sobre usted mismo”.
Y me parece muy razonable pensarlo así, porque en primer lugar, este concepto nos saca de la permanente competencia con los demás que a veces se torna perniciosa y negativa o perjudicial para las buenas relaciones con el prójimo. Y en segundo lugar, porque generalmente hay algo dentro de nosotros mismos que es lo que nos impide mejorar, nos impide transformar lo que hay que transformar… y ese debería ser nuestro objetivo y nuestro propósito: lograr victorias sobre nuestros propios defectos o sobre las cosas que nos impiden ser mejores.
Además, pensemos que de poco sirven las victorias o los triunfos si son solamente personales. Tenemos que aprender a ser mejores dentro de nosotros, en nuestra propia vida interior, para luego irradiar lo bueno a los demás. Y eso sí que se podrá llamar “una victoria”
Dediquemos unos minutos en la serenidad de este fin de semana para pensar cómo podemos superar nuestros obstáculos internos.