Señor, hoy necesito de ti, que tu mente se haga
infinitamente humana para que puedas
comprender cómo me siento.
Te prometo que la mía se hará finitamente
divina para saber cómo te sientes.
A medida que mi alma y mi mente se engrandecen
en tu divinidad, tú, espíritu puro, te adentras
en mi humanidad, y ambos renacemos en
filiación con Dios y con el hombre.
Mariposa y crisálida —crisálida y mariposa—
fundidas en un mismo sueño de eternidad