Si me alimento de pesares, alimento mi cuerpo de pena, tristeza, disgusto frente a lo que hubiese podido hacer o no, decir o pensar.
Mis pesares me roen en el interior y bajan mi nivel de energía. Crean un terreno propicio a la enfermedad.
Aprendo a tener una actitud positiva sabiendo que siempre hago lo mejor que sé. Aprendo a partir de mi pasado y esto me permite mejorarme, tomar experiencia, volverme más sabio. (Tomado de " Sánate y sana - diccionario de enfermedades emocionales"