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EL VISLUMBRAR DE LA ERA DE ACUARIO
 
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MÚSICA CLAVE DE LA EVOLUCION Corinne H.: MÚSICA CÓSMICA
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من: moriajoan  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 03/03/2014 20:00

 

 

 
 
 
 


LA MÚSICA CON RESPECTO
A LA EVOLUCIÓN HUMANA

MÚSICA CÓSMICA


La música es la voz armoniosa de la creación; un eco
del mundo invisible, una nota de acorde divino que el
universo entero está destinado un día a tocar.

Mazzini
 

¡Ah, música, el sagrado lenguaje de Dios! Te oigo llamar
y vengo.

Confucio


La evolución del hombre y del planeta en el cual habita puede ser seguida
musicalmente lo mismo que espiritualmente. Al hacerlo así descubrimos
que ambos trazos proceden en forma simultánea y a lo largo de sendas
paralelas. En realidad, las dos permanecen separadas sólo en nuestra
limitada percepción. En su esencia están inseparablemente unidas, y en los
reinos superiores de existencia se reconoce que el entendimiento musical y
la realización espiritual son idénticas.

“En el principio era el Verbo”. Ambos el universo y el hombre fueron
creados por el tono. La fórmula musical para este acto creativo está
contenida en el mismo primer capítulo del Génesis, el Libro de los Eternos
Comienzos, y también en el primer capítulo del supremo Libro del Nuevo
Testamento, el Evangelio de San Juan.

En todas partes del universo se escucha una Canción triple que el es Canto
de lo Absoluto. La Canción es Una pero posee tres aspectos: Poder, o
armonía; el Verbo, o melodía; y Movimiento, o ritmo. Este canto universal es
literalmente la energía primordial por la cual Dios se manifiesta. Es en
verdad, un concierto, aunque la sensibilidad humana todavía no sea tal
como para poder oírlo físicamente; pero si él lo escucha o no, el hombre
en el hecho real vive, se mueve, y lleva su existencia en un universo de
armonía tonal.

Las divinas energías emitidas por el Canto de Dios son irradiadas en nuestro
universo por las doce Jerarquías zodiacales que rodean nuestro sistema
solar. Cada una de las doce Jerarquías hacen sonar su nota distintiva, la
que se registra en la música terrenal como una nota de la escala
cromática. Los doce signos pertenecientes a las doce Jerarquías se dividen
en cuatro grupos de acuerdo al elemental con el que están relacionados.

Aquellos que pertenecen a las triplicidades de Fuego y Aire cantan en
Mayores; aquellos relacionados con Agua y Tierra cantan en Menores.

Juntos forman la “Música de las Esferas”. Cada una de las Jerarquías
zodiacales ejecuta una tarea específica y creativa. Mientras las tareas son
diferentes, todas son manifestaciones del Único Tono Universal, que es el
origen de su energía, fuente de la cual brota toda música.

Este estupendo coro cósmico, está más allá de la capacidad perceptiva
del hombre, es bajado a potencias menores por el Logos de nuestro
sistema solar, quien es su Creador, y viene a ser conocido en esta tierra
como Voluntad (armonía), Sabiduría (melodía), y Actividad (ritmo).

Para aquel espiritualmente iluminado oír la música de las esferas es una
experiencia iniciática trascendente. Así como los tonos celestiales son
registrados por “los benditos oídos que escuchan”, así también “la bendita
vista” registra un arcoíris de colores que acompaña al sonido de aquellos
tonos. Platón estaba entre los iluminados que escuchaban y veían estas
glorias celestiales. Shakespeare las describe con entendimiento iniciatorio,
y San Juan se refiere a ellas repetidamente al contar la revelación que
recibió en la Isla de Patmos.

Ya que el Fiat creativo de tono- impulsado de lo Absoluto es triple en su
naturaleza, los números uno, dos y tres son la base de toda manifestación.

Confucio, el Maestro-Iniciado chino, declaró que “del Uno procede el Dos;
del Dos viene el Tres y del Tres vienen todas las cosas”. La teología Cristiana
se refiere a este poder triple como la Santa Trinidad y enseña como es
debido que de él todas las cosas vistas y no vistas vienen a manifestación.

El UNO representa el punto en el cual el Hombre verdadero, el Espíritu
Virgen, se hace cargo del primer velo a medida que desciende hacia la
manifestación. El DOS es dual y separativo, se relaciona con el estado
manifestado o transitorio del UNO. Es la fuerza dominante en el presente
peldaño de evolución humana. El TRES representa la Actividad de la
Divinidad dentro de la dualidad manifestada. Es la fuerza que mueve
hacia la perfección de la completación bajo el poder del siete, el número
que compone la escala diatónica.

En la manifestación física el TRES (triángulo) se basa en el CUATRO (Cubo),
interpretado como los Tres principios manifestándose en los Cuatro
Elementos; u otra vez como el Espíritu triple gobernando sobre la
personalidad cuádruple.

Astronómicamente los primeros tres signos del Zodíaco; Aries, Tauro y
Géminis representan las tres fuerzas primordiales que se desarrollan
progresivamente en los signos que siguen.

Si separamos el Zodíaco en tres grupos de cuatro signos, cada grupo
comienza con un signo de Fuego, seguido por un signo de Tierra, luego por
uno de Aire y uno de Agua.

Aries - Tauro - Géminis - Cáncer

Leo - Virgo - Libra - Escorpio

Sagitario - Capricornio - Acuario - Piscis

Leyendo en forma horizontal hallamos las triplicidades zodiacales
mencionadas previamente como denotando la fuerza cósmica triuna.
Aries proyecta la fuerza de siembra en Tauro, este impreso dual es después
proyectado en Géminis; y el impreso triple se repite en cada uno de los
nueve signos restantes del Zodíaco.

Como Aries muestra el punto donde el Espíritu entra en su ciclo involuntario,
descendiendo en el laberinto de la manifestación, así su polaridad
opuesta, Libra, el séptimo signo del Zodíaco, es el punto, o puerta, a través
de la cual el hombre pasa cuando cambia los conceptos humanos y el
velo de la carne por el conocimiento cósmico y el vestido inmortal del
alma con el cual él puede “ir y venir” a voluntad entre los reinos espirituales
y el físico que es su reflejo. Aquí permítamonos decir que la Fraternidad
Masónica aconseja a sus miembros estudiar música, matemáticas y
astronomía, éstas son las tres ciencias fundamentales de las cuales
dependen todos los otros estudios.

Todas las creaciones del sistema solar están formadas por las emanaciones
de tono de las doce Jerarquías. La base alquímica de todas las cosas es
Fuego y Agua en conjunción con sus elementos complementarios de Tierra
y Aire. Estos preparan la sinfonía zodiacal que el coro celestial interpreta en
el supremo cántico: “Y el Espíritu de Dios (Fuego) dio vuelta la faz de las
aguas (Agua)”. Este sublime canto hace eco una y otra vez mediante los
acordes antifonales de la poderosa canción de San Juan de ritmo
planetario: “El Verbo era con Dios”. En ella el bendito Discípulo transmitió
para la humanidad algo del éxtasis divulgado por las Jerarquías celestiales
de Aries y Tauro en el mismo comienzo de la creación.

Para repetir en las fuerzas combinadas de Fuego, Agua, Aire y Tierra están
el Alfa y Omega de todas las cosas. Esta combinación de poderes está
expresada en ciertas claves mántricas, ejemplos familiares de los cuales
son INRI, JHVH, AMEN y el VERBO. El poder de la palabra hablada yace
oculto en estas claves, también el misterio relacionado con la Palabra
Perdida de la Masonería. Cuando un Iniciado del grado de San Juan
pronuncia y mantiene adecuadamente los tonos que llevan estas letras, se
convierten en los medios para efectuar milagrosas transmutaciones.

Algo de su poder es impartido al Evangelio de San Juan, en una
sublimidad, una grandeza no superada en toda la Biblia. El lenguaje es
sonoro, sinfónico, exaltado. En esta relación es interesante advertir el uso
de los números tres y siete en todas partes de este Evangelio. Por virtud de
este hecho, sus vibrantes valores continúan cantando su divina canción a
través de las centurias. Así como el primer capítulo del Génesis es claro en
su recitación cubriendo los siete días de la creación, nuestro esquema
evolutivo es septenario en naturaleza. El lector más casual de la Biblia no
deja de observar la repetición de este número desde el Génesis al
Apocalipsis.

En el primero de los siete días creativos el poder cuádruple está
potencialmente presente. En los días sucesivos llega a activarse en forma
progresiva hasta que alcanza la máxima expresión en el séptimo o último
día creativo. El poder operativo dominante en cada uno de los siete días o
periodos está armonizado con la tónica musical de uno de los planetas de
nuestro sistema solar. Así cada día agrega su nota particular al gran
conjunto a medida que los poderes innatos del espíritu se hacen más y
más evidentes. Cuando la última o séptima nota ha sido tocada, el poder
del Verbo que es Dios, el Todo Bondad, suena en una gloriosa octava, la
serie perfecta y acabada.
 
 


Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile
 
 
 
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