El sociólogo Pitirim A. Sorokin llevó a cabo un estudio profundo de lo que diferentes pueblos han considerado valioso durante la historia. Dividió los sistemas de valores humanos en dos categorías principales que denominó empírica e idealista. El sistema de valores empírico atribuye valor a aquello que puede ser percibido por los sentidos físicos. El sistema de valores idealista atribuye valor a conceptos intelectuales y espirituales. Sorokin encontró que aquello considerado valioso por las personas influencia sus creencias, sus estructuras sociales y políticas, y también su arte.
Los pueblos que mantienen el punto de vista empírico llegan a la verdad mediante la observación física y creen que la relación entre causa y efecto es invariable o determinada por puro azar. Los pueblos que mantienen el punto de vista idealista llegan a la verdad por inspiración o revelación de Dios y creen que las causas verdaderas se encuentran en un mundo más allá del mundo sensorial. Los pueblos que mantienen la visión empírica identifican el bien con la felicidad; los pueblos que mantienen la visión idealista creen que el bien está determinado por principios. Los pueblos que mantienen la visión empírica atribuyen al individuo una importancia capital y creen que la sociedad es valiosa sólo en la medida en que ayuda al individuo a alcanzar la satisfacción completa de sus impulsos egocéntricos. Los ricos, los militares o aquellos que dominan materialmente son los dirigentes de la sociedad empírica. Los pueblos que mantienen la visión idealista creen que el bien global es prioritario y los derechos individuales pueden ser suspendidos en bien de la totalidad. Los sacerdotes o líderes religiosos dirigen la sociedad idealista.
Las artes y literatura empíricas tienden a ser realistas, basadas en objetos o personas familiares. Las artes y literatura idealistas son simbólicas, impresionistas y alegóricas. La música empírica se concibe para interesar, es agradable, entretenida y espectacular. Puede acompañarse de danza, escenografía elaborada y comida. La música idealista pretende encerrar un sentido oculto, algo más allá de los sonidos y de lo cual éstos son meros signos y símbolos.
A través de la historia la visión empírica ha predominado en algunos momentos mientras la visión idealista lo ha hecho en otros. Con frecuencia los seguidores de ambos sistemas han entrado en conflicto. ¿Cuál es mejor? ¿Qué visión debemos adoptar? Para contestar esta pregunta necesitamos considerar el esquema evolutivo en su conjunto (tal como lo perciben los clarividentes). Al comienzo del plan evolutivo nuestra conciencia estaba unida a Dios. Teníamos entonces el punto de vista idealista en su estado puro. En aquel estado nosotros teníamos conciencia del todo pero no conciencia del yo y de esa forma no podíamos manifestar iniciativa o actuar creativamente. Con el fin de
ganar conciencia del yo se nos ayudó a construir cuerpos. Estos cuerpos obraron como muros alrededor del yo, de manera que perdimos la conciencia del todo pero ganamos conciencia del yo y la capacidad de actuar como entidades creativas e independientes. Este estado de conciencia del yo es el punto de vista empírico en su forma más pura. En el estado de conciencia del yo surgen conflictos entre los individuos y hay luchas, guerras y mucho sufrimiento.
El propósito último de la evolución es recobrar la armonía universal de la conciencia del todo pero manteniendo la iniciativa y creatividad individuales asociadas a la conciencia del yo. Así, nuestro objetivo sería combinar los puntos de vista empírico e idealista, unir lo laico y lo religioso, la cabeza y el corazón, el bien del individuo con el bien del todo. Las causas deben ser buscadas tanto en el mundo sensorial como en el extra sensorial. Deben admitirse evidencias tanto de los sentidos físicos como de la intuición y encajarlos en nuestra visión del mundo. Mediante el amor debemos unir los intereses colectivos y los individuales. Si todos estamos sintonizados y sentimos los dolores y alegrías de cada uno, entonces el bien de uno se convierte en el bien de todos. Los dirigentes políticos deben ser tanto hombres de estado como líderes religiosos. El arte necesita combinar la belleza formal con el significado interior.
Cuando la unificación se haya conseguido, entonces el "matrimonio místico" tendrá lugar y seremos capaces de entrar en la Ciudad Santa (estado del ser) en la cual no habrá muerte o dolor nunca más, allí donde el agua de la vida fluye, allí donde la gloria de Dios es la fuente de luz, tal como se describe en Apocalipsis 19:7-9 y Apocalipsis 21-22. Este es el Reino de Cristo y así haremos bien en rogar "Venga a nosotros Tu Reino".
REFERENCIA