«En el asunto de la enfermedad y de la salud, debéis saber que los dos estados corporales son resultado de causas materiales; la salud no es la sonrisa del cielo ni es la aflicción, la ira de Dios.
«Los hijos humanos del Padre tienen igual capacidad para recibir las bendiciones materiales; por lo tanto, él dona las cosas físicas a los hijos de los hombres sin discriminación. Cuando se trata de los dones espirituales, el Padre se limita a la capacidad que el hombre tiene para recibir estos dones divinos. Aunque el Padre no hace acepción de personas, en su entrega de los dones espirituales está limitado por la fe del hombre y por el deseo de éste de acatar siempre la voluntad del Padre».
Mientras viajaban a Filadelfia, Jesús continuó enseñándoles y respondiendo a sus preguntas sobre los accidentes, la enfermedad y los milagros, pero no podían comprender plenamente su instrucción. Una hora de enseñanza no podrá cambiar completamente las creencias de una vida entera, de manera que Jesús halló necesario reiterar su mensaje para decir una y otra vez lo que él deseaba que ellos comprendieran; y aun así, no llegaron a comprender el significado de su misión terrenal hasta después de su muerte y resurrección