"El que entra al servicio de un empresario, de un jefe, se pone a disposición de alguien exterior a él y pierde necesariamente una parte de su libertad.
Mientras que aquél que se pone al servicio de Dios no sirve a un ser exterior a él; por eso, lejos de perder su libertad, por el contrario la conquista. Éste es el fundamento de la verdadera religión.
Mientras los creyentes no comprendan que deben tratar de descubrir y de servir a Dios dentro de sí mismos, tendrán de Él una concepción errónea. Y no debemos extrañarnos si para algunos pueda ser absurda o inaceptable la idea de ponerse al servicio de un poder que se encuentra no se sabe dónde, y que quizá no sea más que una creación imaginaria.
Servir a Dios... Esta idea sólo será comprendida correctamente y aceptada si el ser humano toma conciencia de que la Divinidad a la que quiere servir, habita en su alma. Cuanto más se consagra a Ella, más se acerca a Ella y entra en comunicación con Ella. Gracias a su trabajo, consigue disolver las escorias que se han acumulado dentro de él por sus pensamientos, sus sentimientos y sus deseos inferiores. De esta forma, descubre poco a poco la quintaesencia de su ser, que es la quintaesencia de Dios mismo." (Omraam
M. Aivanhov)