5. EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
El nuevo ayudante que Jesús prometió enviar al corazón de los creyentes, para esparcirlo sobre toda la carne, es el Espíritu de la Verdad. Este don divino no es la letra ni la ley de la verdad, tampoco ha de funcionar como una forma o expresión de la verdad. El nuevo maestro es la convicción de la verdad, la conciencia y certeza de los verdaderos significados de los niveles espirituales reales. Y este nuevo maestro es el espíritu de la verdad viva y creciente, que se expande, se despliega, y se adapta.
La verdad divina es una realidad viva discernida por el espíritu. La verdad existe sólo en los altos niveles espirituales de la comprensión de la divinidad y de la conciencia de la comunión con Dios. Puedes conocer la verdad, puedes vivir la verdad; puedes experimentar el crecimiento de la verdad en el alma y disfrutar de la libertad de su esclarecimiento de la mente, pero no puedes aprisionar la verdad en fórmulas, códigos, credos o esquemas intelectuales de conducta humana. Cuando intentas una formulación humana de la verdad divina, ésta muere rápidamente. El rescate postmórtem de la verdad aprisionada, aun en su mejor expresión, puede emanar tan sólo en la comprensión de una forma peculiar de sabiduría intelectualizada glorificada. La verdad estática es verdad muerta, y sólo la verdad muerta puede ser contenida en una teoría. La verdad viva es dinámica y tan sólo puede tener una existencia experiencial en la mente humana.
La inteligencia crece a partir de la existencia material iluminada por la presencia de la mente cósmica. La sabiduría comprende la conciencia del conocimiento elevada a nuevos niveles de significados y activada por la presencia de la dote universal del espíritu ayudante de la sabiduría. La verdad es un valor de la realidad espiritual experimentado tan sólo por los seres dotados de espíritu que funcionan a niveles supermateriales de conciencia universal y que, después de la comprensión de la verdad, hacen que reine y viva en sus almas su espíritu de activación.
El verdadero hijo del discernimiento universal busca el Espíritu vivo de la Verdad en toda palabra sabia. La persona conocedora de Dios está constantemente elevando la sabiduría a los niveles de la verdad viva de alcance divino; el alma espiritualmente no progresiva, mientras tanto, arrastra hacia abajo a la verdad viva hasta los niveles muertos de la sabiduría y el dominio del mero conocimiento exaltado.